- La antigua dueña del corazón que llevas en el pecho...
Eso no le decía absolutamente nada. Bien podría ser cualquiera, y para alguien con la mente atormentada con recuerdos de dos vidas, no sería sencillo encontrar donde terminaba una y comenzaba la otra.
Ambas, junto con Kagura, habían vuelto a la mansión, donde el ambiente se volvió ligeramente más pesado que cuando habían ido por primera vez. El pecho de Dakotsu ardía con una sensación bastante extraña, sus manos estaban sudorosas y por un momento sintió que le faltaba el aire. La fatiga había llegado a ella, aún seguía bastante afectada por todo lo que había ocurrido, no le sorprendería que pudiera desmayarse nuevamente en cualquier momento.
Sus pasos la llevaron al extremo contrario de la mansión, la cual daba al patio trasero donde una especie de superficie de grava decoraba todo el terreno. Una pequeña elevación de madera era lo único que yacía en el centro mismo, seca y con algunas enredaderas recorriendo cada centímetro de lo que alguna vez fue la figura de una flor elevándose al cielo. Kagura no comprendía qué era lo que la menor observaba, la cual mantenía los ojos aún fijos en la escultura para seguidamente desviarla hacia el suelo.
- Kagura, necesito que me ayudes en algo.
Hizo un ademán en torno al material que cubría en verdadero lecho de aquel patio. ¿Cómo sabía que había algo oculto debajo de aquella grava? Sencillo, ya de por si el viento se había llevado parte de ello, haciendo que una superficie oscura y similar a la obsidiana se dejara ver en uno de los extremos cerca de la puerta que daba al patio trasero. Además, el material de la escultura era demasiado ajena al material de edificación de la mansión, contrastando así con todo lo que era el paisaje en general. Aunque bueno, también le daba un toque bastante peculiar y único. Sin embargo, aún así el dueño de casa hubiera invertido en un material mucho más llamativo si fuera un caso normal.Kagura, en un movimiento veloz de su abanico, hizo que un torbellino de aire se llevara consigo todo el polvo de grava, dejando a la vista lo que efectivamente era una superficie de obsidiana que poseía algunos huecos en forma de líneas que se extendían por toda la superficie, elevándose cada vez más hasta llegar a la base de la escultura.
- ¿Qué es esto?.Dakotsu no respondió de inmediato, caso contrario, caminó hasta la escultura y tocando la superficie de la misma, la elevó con ambas manos lanzandola hacia un costado. Eso sorprendió tanto a Kagura como así también a la menor, la cual solo había dado un salto de fe sin saber que aquello no pesaba absolutamente nada tras estar completamente hueco. Rió para sus adentros y bajó la vista hacia donde una figura circular similar a una cuna, con lo que parecía una pequeña daga en el centro se podía observar.
- Esto es lo que la escultura escondía, lo que el anterior dueño quería ocultar para que nadie más lo supiera. Un altar de invocación y sacrificios.
Hizo una pausa y luego ladeó la cabeza hacia la demonio, una sonrisa de lado apareció en su rostro.
- O acaso, ¿no es por ello por lo que nos trajiste aquí en primer lugar? Debiste de haber sentido su energía. Adelante, siente cómo la tierra bajo tus pies resuena al son de tu propia energía.Kagura estaba algo estupefacta, no supo cómo responder a ello, pero aún así hizo lo que la menor le había indicado, y en ese momento, pudo sentir que efectivamente aquellas tierras emanaban una energía bastante grotesca. No solo perteneciente a demonios que alguna vez habían sido invocados, sino también fragmentos de lo que parecían almas que habían sido sacrificadas con el fin de llamarlos.
Un altar de invocación y sacrificios.
Eso había dicho la menor, lo que la dejó aún más perpleja porque era la primera vez que venían al sitio. Pero en algo tenía razón la pelinegra, algo la había llevado a cambiar de rumbo con tal de llegar allí, ya que ni en sus más remotos sueños, hubiera llegado a aquel lugar si no fuera por lo que los humanos llaman, corazonada.
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La 8va
Fanfiction7 Guerreros. 1 Secreto. 1 Vida Falsa. 1 Chica. 1 Destino. Al abrir los ojos, te das cuenta de que tu vida no se basaba en lo que creías. A lo largo de tu vida, te han hecho creer algo que no es. El destino te lleva lejos, a encontrar para qué fuiste...