Las heridas de Dakotsu habían sido limpiadas y tratadas con mucha delicadeza para que no volvieran a abrirse. Era un milagro el que ella siguiera viva y aún era un misterio lo que aconteció aquella tarde hace un par de días.
Kagome, junto a la anciana Kaede, se turnaban para cuidar de la niña cada vez que la fiebre consumía su cuerpo, pero lo que más las sorprendía, era que luego de cada ataque de fiebre, las heridas de Dakotsu sanaban aún más.
La aldea se encontraba en silencio la mayor parte del tiempo, sólo algunos murmullos curiosos lo rompían cuando querían saber sobre la chica o los detalles de lo que había acontecido.
Muchos iban junto al monje Miroku en busca de respuestas, pero el mismísimo hombre tampoco podía mencionar con total certeza lo que había ocurrido en dicha aldea y el por qué aquella chica era la única sobreviviente. Además, había otra incógnita, Kohaku aún no recordaba nada ni el cómo había llegado allí.
- Padre.
El joven monje se acercó a su padre, el cual preparaba algunas cosas para llevárselas a la anciana Kaede. Al parecer Miroku sentía la necesidad de hacer una especie de exorcismo para con la chica, ya que nadie sabía nada de ella y querían estar seguros que ningún demonio se había apoderado de su cuerpo.- Dime, Mijatsu.
Levantó la vista del montón que había juntado entre unas telas de seda. Observó a su hijo con curiosidad y él le respondió bajando levemente la mirada, como si sintiera un leve avergonzamiento con lo que estaba por decir.Las palabras estaban en sus labios, pero decidió cambiarlas un poco.
- ¿Puedo ir con usted, padre?.La verdad del joven era simple.
Quería conocer en persona a la chica de la que se había hablado aproximadamente desde su llegada.
La curiosidad se hizo visible en el rostro de su padre, el cual sonrió de lado seguidamente al notar la similitud que tenían junto con aquel joven con sus mismos rasgos. Sí que era hijo de su padre y como ya había visto a aquella joven, estaba seguro de que tendría la oportunidad de ver un brillo especial en los ojos de Mijatsu cuando la viera; una que él había tenido cada vez que se encontraba frente a una muchacha muy hermosa.
- Por supuesto, hijo mío.
Asintió Miroku tratando de ocultar la sonrisa que amenazaba cruzar por su rostro.
- Esto será bastante interesante.
Pensó y seguidamente, junto con su hijo, salieron de su hogar para encaminarse hacia donde lo esperaban.
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La 8va
Fanfiction7 Guerreros. 1 Secreto. 1 Vida Falsa. 1 Chica. 1 Destino. Al abrir los ojos, te das cuenta de que tu vida no se basaba en lo que creías. A lo largo de tu vida, te han hecho creer algo que no es. El destino te lleva lejos, a encontrar para qué fuiste...