Capítulo 10

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La tarde no podía ser más hermosa, perfecta para una caminata por los campos aledaños a la aldea.

La hierba tenía un aroma suave, similar a como si hubiera sido rociada con esencias aromáticas. El sol estaba en lo alto, con nubes opacandolo débilmente con el fin de que sus rayos no fueran tan fuertes al rozar la delicada y pálida piel de Dakotsu.

Luego de la corta conversación con su madre ella decidió dar un paseo, quería pensar un poco en lo que había ocurrido.

- Aquellos insectos, de dónde habían salido? Jamás los había visto. Y esa voz, ¿quién era y porqué me llamaba?.
Su cabeza daba muchas vueltas, tantas preguntas y ninguna respuesta; se volvía fastidioso mientras lo pensaba.

Se detuvo ante un pequeño río que corría por el lugar, su agua era cristalina y su reflejo la observaba con curiosidad. Pasó suavemente una mano tomando uno de sus largos mechones, a su madre le fascinaba el pelo de Dakotsu, por ella dejó que creciera a tal punto de llegar hasta por debajo de las caderas.

Se arrodilló y empapó sus manos, sintiendo la placentera sensación fresca del agua. Observó como de repente la calma de la cristalina fue deshecha a causa de las pequeñas ondas de agua, algo se había metido al río y se acercaba a ella.

Levantó la vista y al encontrarse con unos aterradores ojos grises, cuerpo realmente grande y alargado de un profundo verde, sintió su cuerpo tensarse completamente; quedando paralizada por la impresión. Se trataba de un Youkai, una serpiente de río.

No tuvo tiempo para ponerse de pie y correr ya que la serpiente la tomó envolviendola completamente con su cola.

Sus dientes rechinaron y un grito ahogado quedó atrapado en su garganta, el aire le faltaba y no tenía a quien recurrir.

- Ojalá no hubiera salido de la aldea.
Pensó. Cuando aquellos insectos aparecieron pensó que, si eso había sido una señal de que este día sería extraño, ella lo había ignorado completamente.

La serpiente comenzó a retroceder llevándose a ella consigo, sumergiendo poco a poco su cuerpo bajo el agua. Ella quería gritar, pedir ayuda pero, ya no tenía escapatoria. Su captor la llevaba hasta el fondo hasta tal punto de que la luz del sol ya no podía ser visible para sus ojos.

Los párpados comenzaron a pesar, sus pulmones ya no tenían aire, estaba al borde de quedar inconsciente. ¿Este era su fin?.

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