Capítulo 8

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Aquel secreto, aquel pacto forzado que se había hecho hace mucho tiempo interferiría por completo en el futuro de todos. Si la aldea supiera sobre lo que Dakotsu sería capaz, la matarían.

Aquella mañana, luego de que Sakura dejó jugando a su hija con su hermana Akane, fue a caminar lejos de la aldea; ella sentía esa presión, algo le decía que ella en parte era la culpable de la muerte se su madre.

Se sentó al pie de aquel monte maligno; tal vez ella no sabía el significado que el mismo tenía, pero sentía la necesidad de estar allí.

- Madre, sé que querías decirme algo. Lo sé.

Una fuerte ráfaga de viento comienza a azotar su larga cabellera, un olor extraño inunda sus fosas nasales; parecido a algo que se quemaba.
Sakura levanta la vista y en la cima del monte observa una pequeña columna de humo; sin dudarlo un segundo, algo confundida se pone de pie y camina hacia la cima.

Alguien quería quemar un pergamino, uno no tan antiguo pero que sí tenía sus años. El fuego había consumido el césped alrededor del papel, pero éste no había sufrido quemadura alguna; seguía intacto.
Aquel pergamino había sido purificado por un monje, para que ningún daño provocado por algún demonio o ser maligno pudiera provocar que el objeto se destruyera.
Nadie quería que Akira contara lo que sabía ya que a pesar de que Dakotsu fuera la elegida, hasta no cumplir cierta edad aún sería una simple mortal; temían que si la aldea supiera la verdad, la asesinen y la quemen.

Ahora ya era tarde; Sakura tomó el pergamino y lo abrió, grande fue su sorpresa al observar la letra de su madre y que justamente la carta estaba destinada a ella.

Mi querida hija, mi hermosa Sakura...

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