Capítulo 51

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- Eso podría lastimarte, ¿estás segura?.
Mencionaba Kanna a la par que recibía el medallón de Dakotsu. Debía de creer en la pelinegra, pero aún no podía evitar preguntarse si aquello funcionaría.

- Los Demonios van a percibir mi sangre y la seguirán. Sin el amuleto soy una presa apetitosa para ellos, pero mi sangre lo es aún más.
Tomó una piedra afilada del suelo y lo observó. Tan solo tenían una oportunidad. Cerró los ojos unos segundos para suspirar, estando así de desprotegida sin su collar, estaba segura de que los demonios ya estaban al tanto de su presencia. Solo unos segundos más... clavó el fragmento en su dedo anular, la sangre comenzó a brotar pero no iba hacia abajo. Las gotas carmesí se elevaron y de ello pequeños insectos con forma de avispas. Estaba sorprendida de que al menos pudiera crear eso con tan poco poder.
- Ahora. No será por mucho, pero resistirán lo suficiente como para manchar el pueblo de los lobos, incluyendo a algunos de ellos. Ya con eso, el resto se lo dejaremos a los demonios.

- Pero, ¿por qué sacarse el amuleto?.
Kanna aún estaba confundida. Si aquellos insectos harían todo el trabajo, ¿por qué Dakotsu debía estar desprotegida?.

- Habrá una gran masacre. Y necesito que las almas vayan directo al medallón, que estará lejos de mi para no levantar sospechas. ¿Puedo contar contigo?.
Mencionó la pelinegra haciendo un ademán con las manos para que los insectos se encaminaran hacia el pueblo. Seguidamente, pasó la lengua sobre la pequeña herida, la cual se cerró instantáneamente.

Sin mediar palabra alguna, Kanna desapareció y Dakotsu sintió su energía emanando de manera delicada en dirección a donde los bichos habían ido. Sonrió un poco y colocó una mano sobre su pecho, justo donde el medallón se había encontrado minutos antes.

- Ahora, a buscar un testigo.
Acomodó su cabello y se encaminó al bosque. Minutos después, un llamado la detuvo.

- ¡Dakotsu!
Y allí estaba su testigo. Volteó hacia Kunai de manera curiosa, fingiendo completa inocencia e ignorancia a lo que sea que seguro estaba ocurriendo en ese mismo momento.

..............

Katana se la estaba llevando hasta un monte, con grandes árboles de hojas bastantes pobladas. La dejó allí, con una vista perfecta del pueblo ya consumido por las llamas. La joven pelinegra estaba un poco agitada por la caminata, temía desmayarse en cualquier momento.

- Tengo que ayudar a mi hermano.
Mencionó la chica con los ojos bicolores mordiéndose una uña. Estaba bastante preocupada y ansiosa.

- Ve con él, seguro te necesita. Yo estaré bien.
Realmente ni ella estaba segura de ello, puesto que cualquier demonio llegaría y tal vez la asesinaría. Pero, una parte en su interior, quería que la chica fuera a ayudar a Kunai. ¿Estaba preocupado por él? No, solo era... para estar un rato sola.

- No lo haré.
Soltó su contraria, sorprendiendola en el acto.
- Yo dije que te protegería y eso es lo que voy a hacer, aún así si me aseguras que no te pasará nada, ¿bien? Así que escondete, que no tengo la intención de que algo te pase.

¿Que algo le pase? Dakotsu comenzaba a sentirse cada vez más confundida. Ella no necesitaba ayuda, ella no necesitaba a nadie.
- ¿Ah si? Y aún así no estás sola.
Le dijo una voz en su mente. Y tenía razón. Kanna la estaba ayudando, lo que aseguraba el hecho de que no estaba sola en todo esto, además, también estaba el hecho de que aún quedaba el despertar de los 7 guerreros. Solo así, comenzaría el verdadero paso a través del tablero de juego.
- ¿Por qué preocuparse por una humana? Tú, de entre todos los seres.

- No es nada personal. Detesto a los humanos, pero no me desagradas del todo aún así. El punto es que pareces agradarle mucho a mi hermano, además, existe el hecho de que mi padre estuvo enamorado de una humana en su tiempo.
Se volteó por completo hacia Dakotsu, tenía el ceño fruncido y ahora una daga en la mano. La joven pelinegra no sabía de donde había salido.
- Si se tratara de cualquier humana, te habría ignorado o dejado que los lobos jugaran contigo. Si se tratara de una hija de aquella humana, tal vez te hubiera asesinado al instante. Pero como mencioné, pareces agradarle mucho a mi hermano.

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