Capítulo 66

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- La calma antes de la tormenta... pero que frase más perfecta para describir un Apocalipsis después de haber pasado una tarde maravillosa, almorzando juntos y conviviendo como lo haría una familia por primera vez desde que llegaste... no te acostumbres, Dakotsu. Ésto no es para ti.
La voz masculina dejó de escucharse, y después de ello, todo se volvió más confuso a la par que la herida que tenía en el pecho comenzó a arderle. No una herida literal, pero sentía como si le hubieran apuñalado luego de haber abierto su corazón por primera vez... después de tanto tiempo.

- Tienes razón. Ésto no es para mí.
Sentenció la chica a la voz en su cabeza alejándose de donde se encontraba, donde a lo lejos, había estado escuchando una conversación entre Jakotsu y Bankotsu, donde el tema principal, era ella.

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- Tú lavas y yo ubico los cubiertos.
Dijo Dakotsu tomando asiento sobre la mesa que anteriormente había estado utilizando Jakotsu. Miró con diversión al chico ante ella y ladeó la cabeza con una suave sonrisa divertida en los labios.

- ¿Y porqué así? ¿Quién dijo que tú elegirías quién hacía qué? No recuerdo que te hayan puesto a cargo.
Gruñó Bankotsu lanzándole una servilleta a la chica, la cual la atrapó y soltó una pequeña risa.
- Me sigo preguntando, ¿qué es lo que te causa tanta gracia?.

Las facciones de Dakotsu se suavisaron un poco, pero aún así no dejó de mostrarse algo animada.

- Es sólo que, me recuerdas a uno de mis primos cuando se peleaba con su hermano por este tipo de cosas. Es todo.
Negó ella con una pequeña risa. Bankotsu parecía no comprender del todo lo que ella quería decirle. Sólo se limitó a echar las mangas de su ropa hacia atrás para poder prepararse a lavar.
- Déjamelo a mí. Yo lo hago.

Bankotsu vio con sorpresa el que la chica se volviera seria de repente. Varias sombras aparecieron a sus costados y en un segundo, ahora habían 7 Dakotsu en la cocina. Cada una comenzó a hacer una tarea al mismo tiempo que la original sólo permanecía sentada en su sitio.

Volviendo a arreglar sus mangas, se acercó a ella arrugando un poco la frente.
- ¿Y tú no vas a ayudar?.-
Trató de encontrarse con su mirada, pero ella la tenía clavada al frente. No había brillo en aquellos ojos rojos.
- Hey. ¿Pasa algo?.

Dakotsu parpadeó, justo cuando de repente sus ojos parecieron volverse cristalinos. ¿Estaba a punto de llorar? Jamás se permitiría hacerlo ante nadie. Mucho menos delante de Bankotsu. Preferiría morir a que la viera así.

- No es nada. Sólo pensaba que, se ensuciaron muy pocos utensilios a pesar de que estamos muchos.
Dejó que una risa de entre mezclara con sus últimas palabras. Para darle un toque cómico a lo que había mencionado, pero aún así, Bankotsu no se tragó el cuento.

- Creo que estás mintiendo. Puedo verlo en tus ojos.
Eso hizo que la chica ladeara la cabeza rápidamente hacia él, como mirándolo de una manera que notara la sorpresa y a la vez que indicara lo equivocado que estaba si pensaba que podía leerla.

- De ser así. No creo que sea de tú incumbencia.
Volvió a ladear la cabeza hacia el frente. Bankotsu se la quedó mirando unos segundos, pensando y a la vez diciéndose a sí mismo lo mucho que había cambiado Dakotsu. Especialmente físicamente. Ahora parecía más una señorita que la niña que había conocido.
- Deja de mirarme como si estuvieras esperando una respuesta que claramente no llegará.

El chico parpadeó y seguidamente se cruzó de brazos para seguidamente mirar hacia el frente. Como dejando de lado lo que estaba pensando, como si no le hubiera llamado la atención lo curiosa que se veía la chica con el pelo ahora largo y ondulado. Una parte de él, le dijo que se veía bastante bonita.

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