Capítulo 65

34 5 0
                                    

Conforme los días pasaban, el corazón de la pelinegra dolía cada vez más. Era una sensación bastante rara, un dolor que no podría explicarlo de manera racional. En una de aquellas noches donde las palpitaciones dentro de su pecho no la dejaban dormir, sus ojos se cerraron y sólo volvieron a abrirse cuando la suave brisa del venidero otoño comenzó a mecer sus largos mechones oscuros. Al principio intentó cubrirse los brazos con la túnica que llevaba, pero aquella comenzó a caer en pedazos a sus costados dejándola solamente con unas suaves telas cubriendo su cuerpo. Su sorpresa no se había visto demostrada hasta que, justo en el punto donde su corazón yacía, su piel comenzaba a tornarse de un color oscuro, muy similar al negro pero a la vez de un tono bastante similar a la sangre coagulada.

- La perla de Shikon ha sido utilizada para muchos fines desde que fue creada. Muchos demonios malvados se aprovechaban de su poder para darles más fortaleza, más vida... ¿y tú? ¿Porqué está siendo contaminada de ésta forma?.
La voz provenía de un apartado dentro del prado donde se encontraba de pie. Poco a poco la neblina que había opacado a aquella mujer se disolvió dando a demostrar la pena en los ojos de la mayor.
- Se suponía que el deseo correcto la haría desaparecer por completo. Pero entre ello, una pequeña piedra fue lanzada y ahora estás aquí. Me hubiera gustado que no sucumbieras ante ella.

Dakotsu arrugó la frente y bajó nuevamente la mirada hacia su pecho, donde su mano reposó sobre su corazón. El cual latía de manera tranquila, pero con un ritmo bastante curioso. Como si estuviera acechando a alguien y en cualquier momento se lanzaría para atacar.

Finalmente los ojos de la más joven se elevaron para mirar con firmeza a la mujer.
- No voy a dejar de lado mi venganza. Ellos mataron a mi familia, por culpa de ellos tengo que...

- ¿Tienes qué?.
Interrumpió la mayor, haciendo que Dakotsu se mordiera la lengua para no maldecirla.
- ¿Es realmente TÚ venganza? ¿Es realmente SU culpa el que tu familia esté muerta? Hasta donde yo sé, nadie te obligó a nada... pero a la vez, hay algo que aún no sabes.
¿Quién comenzó todo esto después de todo desde un principio?.

La menor no supo cómo responder. Se había quedado completamente perdida.

- ¿Sabes algo? Soy de esas personas que creen que cuando el titiritero ya no hace falta, el muñeco es liberado pero aún así sigue los mismos pasos.
Me explico... El muñeco cree que lo hace por libertad, por decisión propia ya que sus hilos fueron cortados. Pero lo que no sabe, es que el titiritero nunca tuvo intención de soltarlo, que aquello solo era una simple farsa para que creyera que ya no tenía a nadie encima.
La mujer se puso de pie y le sonrió. Seguidamente, la neblina comenzó a arremolinarse nuevamente a su alrededor y Dakotsu comenzó a alterarse.

- Espera... ¡Midoriko!.

- Los tuyos aún no fueron cortados. Ve con cuidado.
Dicho aquello último, la neblina nubló su vista y cuando sus ojos volvieron a abrirse, sintió los rayos del sol de la tarde golpeando directamente su cara. Al ladear la cabeza, se encontró completamente sola en una gran habitación. Tardó un buen tiempo en recordar en donde se encontraba.

Tenía hambre. Algo un poco inusual ya que había prácticamente devorado todo lo que había encontrado en la mañana luego del entrenamiento con los chicos.

Vistió sus prendas y se encaminó hacia las escaleras que la llevarían a una planta superior. Estaba segura de que allí encontraría algo que comer. Ya estando allí, encontró una mesa recién hecha, solo faltaba la comida. Se preguntó quién había preparado todo aquello hasta que oyó voces discutiendo en algún sitio.

La 8vaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora