73. Lo que se hundió

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Hoseok inclina la cabeza a un lado, aguardando lo que Jimin haga. El coreano es capaz de sentir dolor, su corazón violento contra su pequeño pecho y siendo un último empujón a abrazar a Hoseok. Con tanta fuerza que bien podría fusionarse con él. Contiene el aliento y lo suelta en sollozos angustiados.

Una mezcla indefinible entre alegría y dolor de estarlo abrazando de verdad. Hoseok corresponde el gesto con delicadeza.

—Los dejaré para que puedan hablar en privado. —Anuncia Anfitrite, marchándose a paso silencioso. Jimin la ignora, su mente obstruida en esto que pensó, sería imposible. Hoseok da una risita.

—Tranquilo, tenemos tiempo. Es-

—Y-yo... N-no lo supe sino... Y-yo...—Aprieta las manos en la ropa de Hoseok, su llanto sentido y que ahoga sus palabras—. Te extraño demasiado—solloza angustiado—. Te extraño, te extraño mucho.

Siente que va a desvanecerse. Como en todos los sueños que tuvo como estos. Está harto de sentir que su vida se desmorona. Su felicidad convirtiéndose en menos que nieve derretida y que se evapora sin más. Irremediable y llevándolo al llanto como única acción a realizar. Hoseok consigue apartarlo.

—Olvidé que eres un llorón—ríe tenue—. Yo también te he extrañado mucho— Hoseok limpia cómo puede el rostro de Jimin, intenta que pare de llorar mas es imposible conseguirlo—. Más de lo que puedes imaginar.

Hoseok se toma el tiempo de dejarlo tranquilizarse. Que pueda respirar profundo y entender que no va a diluirse en su cara. Tienen tiempo para hablar. Incluso si no es el más largo o eterno como Jimin quisiera. Hoseok lo toma del rostro y le da un pequeño beso en los labios y Jimin da una sonrisa triste.

—No hagas eso, eso hiciste la última vez que te vi.

—No puedes poner tus labios frente a mi sin que quiera besarlos, Jimin, eso es de persona cruel—bromea y Jimin no ríe, pero mantiene la sonrisa—. Venga, tenemos tiempo y mucho que ver.

Hoseok va un par de pasos adelante, tomándolo de la mano. Jimin se apura a estar a su lado, recordando vagamente pequeños relatos sobre el Hades y que podrían acabar perjudicándolo.

— ¿Por qué estás aquí?

—Para hablar.

— ¿Por qué?

— ¿No quieres?

—Claro que sí, pero ella... se supone que tengo que decidir- ¡Ah! —chilla, haciendo a Hoseok detenerse—. ¡Por eso te trajo! ¡PARA QUE ME CONVENSAS!

—Wow~ Que velocidad. Sí y no, porque no me voy a esforzar en convencerte de nada—ríe Hoseok con diversión—. ¿De qué me serviría conducirte a un rumbo u otro? Incluso con ello, tú tomarías una decisión que te acomode más. Por no decir que orillarte a dar a Jungkook para salvarte se me hace... —Balancea la cabeza sin ganas—. Rastrero.

—Típico de dioses.

—Sí. Qué puedo decir.

Llegan hasta un enorme prado falto de correlación con la vegetación de la isla. Da la impresión de que es un lugar totalmente distinto. Pacífico, lleno de luz, aire y espacio para conversar tranquilos. Se acercan a un árbol, de estructura mixta pues parte de sus hojas caen como un sauce llorón, rozando tiernamente la superficie del lago frente al que está plantando; flores entre sus hojas y enorme sombra para eludir la claridad.

—Cómo es... Morir. —pregunta Jimin viendo el árbol. Hoseok hace lo mismo.

—Al principio dolió—responde, siendo que la pregunta más correcta es: Cómo te sentiste al morir—. Todo se desvanecía y no piensas en casi nada. apenas en lo que más te importa—musita con gesto suave y perdido—. Me sentía tan patético—admite frunciendo los labios—. Rogando y gritando por algo que no iba a servir de nada.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora