Anfitrite: Ocean Eyes || KookMin

84. Corona en el corazón

—Won't listen to a thing I do what I want...

Camina lento, un paso torpe y lleno de tropiezos por la sangre que mana de sus heridas.

—Even if the world's against us. I'll be by your side Trust me, take my hands...

Desciende por el pequeño foso marino, llegando al fondo y andando para introducirse en el pequeño espacio entre corales y arena donde los peces, cangrejos y otros pequeños animales llegan a comer de lo que hay ahí tirado. Lo toma, sus manos con carencia de dedos, infectados hasta el punto de verse negros.

—Nothing can come between us—entona suave, con la cabeza con una gran falta de carne, piel. Apenas es posible reconocer a quien le pertenecía. Acaricia cómo puede el lado derecho, picoteado por los peces y arruinando cualquier posible perfección que le queda—. So leave us alone, only the two of us... Whatever they say, can't hear a thing—Junta la frente con la de la cabeza.

Suelta un profundo respiro quebrado, un sollozo miserable.

— That's it, that's it... No diggity for...

Seoho ve arriba, un tiburón transitando la zona.

—Voy a vengarte... y buscaré tú alma en Helheim para irnos juntos al Valhalla—Promete en susurros a la cabeza de Leedo—. No diggity for that. —Abraza la cabeza y se hace un ovillo ahí.

Su piel camuflándose. Imposible para nadie verlo. Tal como a ese guardia que mató en una última descarga de adrenalina, conseguir otro prisionero, dejarlo igual de mal y ponerlo en su celda. Nadie se dio cuenta, nadie lo pensó ¿Por qué lo harían? Nunca dio a saber su especie. Quizá ni siquiera a Leedo.

Un tiburón wobbegong.

Un tiburón tan bueno camuflándose, que nadie lo nota hasta que son atacados y por ello resultaba tan bueno en su papel. Por ello era tan perfecto como valkiria del rey, incluso después de la muerte del mismo, eso no va a cambiar. Tose de nuevo y toma lo que se ató al collar.

Un pequeño frasco, nada muy llamativo. Toma un profundo respiro. Solo debe esperar el momento justo y vengaría a su señor...

Finalmente acabaría con quien le ocasionó todas las desgracias y caída...

Ya no está para dejarse cegar y negarle que ejecute a la Anfitrite. Esta vez, para siempre.

~ * * * ~

— ¿Qué tanto lees? —pregunta Jimin curioso de lo empeñado que está Yoongi en sus libros. Teniendo la sala en un completo y gigantesco caos. El príncipe se frota el rostro con ambas manos.

—Namjoon me dijo que debo heredarle mi capacidad mágica a Soonyoung—Jimin hace un círculo con la boca—. Hasta ahora, ni siquiera lo había pensado—Mira su mano un instante—. Pude haber heredado a Jungkook, a Hoseok y que se pudiera defender... —Abre y cierra los dedos—. Lo guardé para mí y realmente fue muy tonta la razón.

—La cuál es... —Tienta saber.

—Es lo único que queda de mí madre además de mis memorias—Cierra el libro y mira a las ventanas del lugar—. Mi padre hizo destruir todo de ella. Cuadros, pinturas, escritos... Jungkook no pudo conocerla, pero yo sí—Aprieta las manos hacia su pecho—. Siempre creí que era mi deber mantenerla viva en base a un poder que solo residía en mí. Como si de esa manera, ella estuviera siempre conmigo—Jimin se para a su lado—, pero la realidad es que se trata de una tontería.

—Es tierno de tu parte—afirma Jimin, acomodando algunos mechones de Yoongi—, es natura querer sentirse superior en algo tan íntimo y complejo—asume el coreano—, pero él merece tenerlo ¿No crees? Heredar eso de ti como tantas cosas que le has estado dando y seguirás dando.