56. Bajadas y subidas

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Entra a la habitación, escucha sollozos y el agua ensuciándose con pequeños y delicados hilos rojos que crecen en grosor. Se abre paso, con el llanto aumentando de intensidad y la vibración del agua empeorando. Jimin ladea la cabeza, con ojos entrecerrados, apagados.

— Cariño... —musita con suavidad, llamando la atención.

—Y-yo... Yo no quería... pa-pasó y... Y-yo no quería hacerle... nada a papá Koo—solloza el infante, temblando del susto y sus manos junto a los dientes llenos de carne—. Y-yo no... Papá-

—Lo entiendo. Tranquilo. —habla en el mismo tono y el niño se apresura a ir a abrazarse a la Anfitrite, consiguiendo caricias en el cabello y suaves tarareos. Cerrando los ojos con sus manos apretadas a la ropa que se mancha por la sangre.

Jimin admira la escena. Lo que hizo el niño de seis años: Jungkook está tirado en el piso, quieto y medio devorado. Una de sus mejillas falta, dejando ver las muelas; los ojos abiertos y opacos por el tiempo que ya debe haber pasado desde que la vida salió de ese cuerpo; el cuello arrancado, el pecho por igual, dejando ver las costillas y varios intestinos a medio comer.

El llanto infantil permanece presente. Llenando el silencio tan incómodo y frío que da el tener un cadáver en una habitación. Lo presiona antes de volver sobre sus pasos con lentitud, queriendo abandonar el lugar y sabiendo que tendrá que sacar el cuerpo en algún momento.

—Yo no quería hacerle daño a papá Koo. —Insiste el niño.

—Lo sé, Byeongkwan, lo sé.

—Pa-papá Mimi—Detiene el andar y se aparta para verlo directamente—. N-no soy un monstruo ¿Verdad?

Jimin sonríe débil, limpiando la mejilla sucia con restos de piel. Niega con la cabeza y el niño sonríe, exhibiendo los colmillos que tiene. Sus ojos grandes y tan parecidos a los de un pez de la profundidad.

—No lo eres. —responde breve.

Byeongkwan lo abraza del cuello y Jimin continúa andando con él en brazos. Sin pensar en mucho. En nada, realmente. Gime adolorido, con la sensación de los colmillos clavándose en su hombro y arrancando la carne de allí. A más avanza, mayor es el camino sangriento que queda. Entra en la habitación del niño y lo deja en la cama, siendo sujetado con fuerza para que no se vaya.

Y ahí lo ve: la diferencia de expresión, de mirada, de presencia. La que da a pensar que está frente a un animal hambriento y no el niño que empezó a llorar por haber matado a uno de sus progenitores. Jimin interpone el brazo lleno de cicatrices y deforme por tanta carne faltante. Recibiendo mordidas rabiosas y desesperadas por llegar al cuello para poder alimentarse.

Tan rápido como llega, hay ese cambio. La dualidad entre un atlante normal y una criatura del abismo urgida de comer como no lo ha hecho jamás. El niño sonríe sin más, reaccionando a la expresión tranquila de quién le dio vida.

Se esconde en él y Jimin lo presiona contra su pecho, con el rostro sosegado mutando a uno lleno de angustia, preguntándose ¿Ahora qué puedo hacer? Ahora que puedo hacer que estos cambios son tan rápidos, ahora que puedo hacer que necesita carne atlante o humana para estar bien...

Ahora que hago para mí hijo no muera como mi esposo que intentaba lo mismo...

Varias perlas ruedan por su rostro, llenando la cama con prontitud en el mar silencioso y quieto que perdió a uno de sus hijos más amados. . . . . . .

Sufre un espasmo, abriendo los ojos y consiguiendo el rostro durmiente de Jungkook. Más abajo, a Wooyoung boca abajo con la boca abierta. Da una risita, jala la sábana y los arropa al igual que a sí mismo. Aun se ve un poco oscuro, pueden seguir descansando un rato, hasta que los peces circulen más y signifique que es hora de comer.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora