7. "A quién sirves"

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—Bebé por favor deja de hacer eso, sea lo que sea, no lo entiendo.

Hace un marcado puchero. Wooyoung está empeñado en hacer un ruido que, si bien es tierno, escucharlo las veinticuatro horas del día seguidas lo está dejando sordo y con ganas de arrancarse el cabello. Su bebé no hace sino reírse y continuar con su medio de entretenimiento: Poner irritable a todo el mundo a su alrededor exceptuando a su progenitor que solo está a poco de llorar por el estrés.

Jimin ha notado que siempre que lo hace, similar a una especie de armonía ronca y entrecortada, es cuando están en el agua. Cuando salen de ella guarda silencio o hace su escándalo de siempre. Acaricia el cabello tornasol, teniendo al bebé en una larga cinta que Jeonghan ató para que no deba cansarse los brazos al cargarlo.

Resulta una imagen muy maternal, admite que es más cómodo de esta manera. Con lo pesado que se está poniendo cercano su segundo mes de vida cuesta el mundo. Se nota que se desarrolla más rápido que un bebé terrano común y silvestre. Suspira viendo los ojitos grandes e inquietos.

Su pequeño tiburoncín.

— ¿No ha habido más problemas? —cuestiona con una mano acariciando la espalda de Wooyoung, el niño continúa con su ruido extraño y Jeonghan se fuerza a sí mismo a ignorarlo.

—Todo avanza bien.

—También empieza a ser nuestro momento de movernos—Saca un poco los labios—. Tal vez colar información falsa o interrumpir de otras maneras cuando vayan a combatir... ¿Qué tan bueno eres adulterando bebidas? —Mueve la mano, regular. En la Atlántida prácticamente no se bebe y manipular esa clase de cosas es muy complicado bajo el agua—. Y dejando discretamente un poco de droga en los bordes de los vasos.

A veces se pregunta cómo a Jimin le vienen tantas ideas a la cabeza. Es casi ridículo. El monarca da una risita. Con lo mucho que beben prácticamente ni siquiera da tiempo de limpiar propiamente todo lo usado en las celebraciones o cenas. Envenenar o drogar a nadie aquí es la cosa más sencilla del mundo. Nadie se daría cuenta si se mantiene la suficiente discreción y Jeonghan es bueno con eso.

Por algo es capaz de esparcir rumores de manera efectiva.

—Andrew va a venir, él es más vulnerable, quiero que le pongas un poco de esto—Entrega un sobre lleno de polvo. Tan fino y del mismo color que todos los vasos que se usan que nadie se daría cuenta de que lo pone en el filo del objeto—. Mingi me lo trajo, aparentemente sirve para hacer desorientar a cualquier persona y debe ser más efectivo en un terrano.

—Como pida.

Sale de la habitación y Jimin toma asiento viendo por la ventana, el montón de pececillos nadando de un lado a otro en sus existencias tan relajadas y ajenas a todo este desastre. Les tiene franca envidia. Incluso quisiera volver a la cueva de Jormundgander hasta que esto se solucione para no sufrir más preocupaciones. Estar con Wooyoung en un lugar neutro que nadie pueda hacerles daño.

Si tan solo eso no significara dejar a Jungkook solo... Ah, resulta deprimente llegado a cierto punto. Vuelve a levantarse y decide ir a caminar por el palacio. Distraer la mente en otra cosa. Quizá en un jardín. Mingi está entrenando, Jeonghan hará el favor y Youngjo quien sabe en dónde se encuentra. Es lo más usual que se pierda por ahí.

Tú, quien una vez brillabas para mí, poco a poco te oscureces. Está cayendo, poco a poco el sol está desapareciendo. No te vayas, no me mientas. Incluso si llega la oscuridad, no ocultes tu luz.

Llama poderosamente su atención que Leedo esté cantando en el jardín con una flor en la mano, la cual aplasta y el resto queda a un lado. Se aproxima a él, curioso y quizá con la intención de entender a qué se refiere. El nórdico da cuenta de su presencia. Gira la cabeza y chasquea la lengua con suavidad.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora