15. A través de sus ojos

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— ¿Qué tal fue todo?

Namjoon guiña sorprendido de que llegara tanta gente a recibirlo. Usualmente solo eran cinco. Las nereidas y Jin. Ahora tiene a cinco niños, Sunmi, las nereidas y el aviso de que debe ponerse a trabajar para compensar la casi semana fuera de la Atlántida. Junta las manos y se muerde las mejillas.

—Bien. Salió bien. Tal como en la visión. —responde a Sunmi que sonríe inclinando la cabeza.

—Me alegro de que sea así—Ella se acerca y acomoda el parche que debió torcerse por estar dormitando en la nave—. Las nereidas me permitieron ayudarte a ordenar lo que debes hacer, así que no debería ser tan pesado para ti.

—Gracias... ¿Qué hay de ustedes? ¿Cómo estuvieron? —Mira a los niños que se encogen de hombros y dan alguna que otra risita suelta.

—Mingyu me dejó morado.

—De algún modo casi hago fuego bajo el agua.

—Estoy aprendiendo a tocar el piano, aunque se me da... Horrible.

—Quería dibujar, pero acabe manchando todo.

Ellos se enfrascan en contar cada desastre. Algo casi imposible de lograr en menos de una semana. Sin embargo, son niños adolescentes así que es relativamente normal que pudieran. A medida que ellos hablan, Yoongi se dirige hacia su salón de hechizos. Saldría mañana por la mañana. Vino con Namjoon con el único motivo de descansar apropiadamente. La jaqueca empieza a ser insufrible y bien, tal vez al menos quedarse viendo el techo de su habitación lo hiciera sentir mejor.

Si es que llega a su habitación. Lo más probable es que acabe sin salir de la sala de hechizos y sin tocar la cama para dormir. Lo imposible últimamente. Sigue siendo extraordinario el insomnio tan potente que carga. Una vez dentro rebusca entre los altos estantes llenos de miles de libros y artefactos en su mayoría inútiles.

Acaba por tomar una caja de colores brillante y multitud de dibujos. Principalmente ballenas de estilo adorable y notas musicales. La abre y consigue un montón de pequeñas cosas: Juguetes, ganchos y pulseras. Ladea la cabeza ante el fajo de papeles y notas. Una en particular le llama la atención.

Estoy segura de que a mí sobrino le encantará leer esto cuando sepa hacerlo. Dáselo cuando creas que es el momento
-Jung Jiwoo

Suspira dejando la nota a un lado. Cualquiera creería que es la caja de un niño y pues... No exactamente. Hoseok siempre fue alguien de espíritu infantil. Que tuviera esta clase de gusto es poco más que normal para cualquiera que lo conociera bien. Las notas son pequeños pensamientos que guardaba a la hora de saber que lo tendría, cuando el pequeño cascarón salió de sí, cuando se rompió, cuando lo tuvo en sus brazos y tantas otras ocasiones. Son muchas. Podría leer una a una...

Y acabaría por romperlas, tirarlas por ahí, porque no quisiera leerlas, escuchar la voz en su mente, sino que fuese Hoseok quien le contara de ello. Toma una pequeña bolsa con unas estrellas iridiscentes. Recuerda cuando se las ponía en la cara como adorno. Saca una y deja el resto como estaba, devolviéndolo a su lugar.

Tal vez cuando Soonyoung tuviera... ¿Seis años? Un poco más, se la diera. Sería una bonita forma de que se cree una idea de Hoseok a través de sus pertenencias y no las palabras. Porque sí, piensa hablarle de él hasta que no lo aguante y está seguro de que Jimin también hará lo mismo.

Deja la estrella en el bol de oro y hace llenar de agua. Toma un profundo respiro. Junta las palmas, separa los dedos, forma un rombo, gira hasta formar un cuadrado; desliza las manos por sus brazos, junta los dedos y baja, vuelve a subir y concluye en el mismo rombo.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora