14. Maneras Peculiares

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— ¿Qué sucede Hwanwoong? En este instante no tengo paciencia para ti. —Advierte malhumorado.

—No quisiera ser pesimista, pero ¿Para este momento no deberíamos de habernos topado con algún desastre? Considerando que los ataque que tenía planeado eran tan a gran escala, minino tendría que haber más fluencia de animales... ¿No? —Tienta con cautela. Leedo no responde. Claro que si lo piensa. Desde ayer para ser más exactos y a ello viene su mal humor. Está a una hora y tanto de Vanaheim.

El tema es que con una fuerza del tamaño en que desplegaron, deberían estar viendo al menos a un grupo de esos vikingos regresando. No hay nada. Todo está tan tranquilo y callado como de costumbre. Bufa antes de levantarse y volver a montar su hipocampo para continuar y llegar a Vanaheim de una buena vez. Está irritado a rabiar por lo mal que acabó su charla con Jungkook. El hecho de que acabó avergonzándose frente a él por esa alucinación. Debe de resolverla cuanto antes.

Cerca de su palacio da cuenta de que hay un bullicio más que insoportable saliendo de este. No tiene sentido ¿Llegaron antes? ¿Tan pronto acabaron? Baja de su hipocampo y avanza a prisa hacia la entrada. Lo que encuentra lo deja boquiabierto, igual que al resto de sus generales y valkiria.

~ * * * * ~

— ¿Leedo ya salió?

—En efecto. Se llevó a los nueve líderes más importantes y los pocos que quedan se están ordenando para salir también.

—Bien ¿Ya está listo tu brillante plan para evitar que se vayan?

El discutir que hacer para evitar que las tropas de Leedo avanzaran mientras este está fuera fue tremendo lio. Las opciones que tenían no guardaban dentro de sí una gran taza de éxito, por no decir que eran demasiado complejas como bien podía ser matarlos a todos. Son cuatro personas si cuentan a Mingi, con Youngjo no pueden contar para esto porque se ha vuelto el menos peleador de todos.

Siendo que Jeonghan ya tiene buena técnica y mucha práctica.

Tras tanto ir y venir en lo mismo, Jackson se había declarado el dueño de la operación. A falta de ideas y sin mucho ánimo por entender porque el hombre luce tan emocionado, simplemente lo deja ser. Espera que funcione o realmente tendrá ganas de ahorcarlo. Desconoce qué clase de extravagancia cruza su cabeza, a diferencia de Jeonghan que luce perfectamente enterado o lo tiene casi adivinado.

El soldado sonríe enorme y levanta los brazos con deje teatral antes de reverencias hacia Jimin que levanta una ceja, con las manos juntas frente a su regazo y su ropa felpuda dejando al descubierto toda su espalda.

—Usted no se preocupe, de que va a funcionar, va a funcionar. Lo único que me hace falta es que convenza a sus nuevos hombres de no ir a ayudar cuando inicie.

—Oh—Abre los ojos y un círculo con la boca. Se le había pasado por alto—. Mingi, acompáñame, iremos a hablar con ellos. Que ni uno salga de aquí, Jackson, luego veré que es lo que hiciste. —Jeonghan y Jackson hacen una sutil reverencia. El par de nobles salen de la habitación. El sirviente blanquea los ojos ante la risita de Jackson.

—¿Por qué tengo que ir yo también? —pregunta a su lado. Jimin mantiene la postura al andar y Mingi lo imita muy poco después. Entre avergonzado y con ansias de impresionarlo. Comportándose un poco como el niño que es y comando a Jimin como la figura paterna que debe enorgullecer.

—Créeme, es necesario. Si quieres hablar, piénsalo muy bien. —Advierte. Dejando espacio para que actúe, pero al mismo tiempo, con la sutileza de decir que quizá no haga falta.

A final de cuentas, a quien se le da mejor mover gente a voluntad con las palabras es a él. Llegan a donde están los vikingos con voluminosas pieles blancas. Se muestran emocionados de verlo entrar. Seguramente pensando que podrían unirse al asalto que está pautado para hoy y se encuentra a poco de salir.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora