16. Movida del Rencor

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Da continuos toques a la mesa. La habitación está vacía a excepción de él y Seoho. Lo de siempre. Ni siquiera Youngjo está aquí. Lo ordenó mantenerse vigilando a Jimin, pues él debe tener alguna explicación a todo el problema con las prostitutas. No hay forma de que no. Da un bufido antes de levantarse con los ojos de la valkiria clavados en su persona.

—Hazlo.

— ¿En serio? —Busca asegurar aquel punto. Sabe perfectamente de que habla. Es raro cuando no lo hace. Sobre todo tratándose de planes para avanzar en esta guerra. Leedo ve fuera, como algunos peces van, vienen, el hedor a cerveza y sexo que quedó impregnado en su palacio durante su ausencia—. ¿Debería...?

—Todo lo demás está hecho. Solo da la orden de que se haga. Mañana saldrán y mañana pasará. Andando. —Indica impaciente y con la rabia aun bulléndole en las venas. No solo el problema del palacio, también la reunión con Jungkook y el giro totalmente fallido que esta dio.

Como pasó vergüenza frente a él, como perdieron una oportunidad de oro. Tanto acumulado que le tiene rechinando los dientes incluso ahora, tantas horas después. La prepotencia de la Anfitrite, su supuesta falta de asistencia en esto que ocurrió. Tuvo algo que ver, lo sabe, puede sentirlo. No hay otra posible razón para que solo... ¡Aparecieran más de ocho burdeles en su palacio! ¡¿De qué otra manera estarían aquí?! A menos que tenga a otro intruso de la Atlántida y no lo sepa.

El sirviente, Jeonghan, poco puede hacer. Como mucho defenderse con un cuchillo o envenenar a todos y aun así, eso no es una forma de congregar sexoservidores. Mingi es un niño inútil. Youngjo es su espía. Axe no tiene apenas cerebro ¿¡Quien aparte de Jimin pudo ser!?

Ya que las sutilezas literalmente se fueron a la mierda, es momento de ser más tajante. Seoho se muerde los labios, sin llegar a exhibir el gusto que le provoca que su rey llegara a esta conclusión. Tal vez apresurada, pero que llegara a ella lo llena de adrenalina.

— ¿Qué hay de Hwanwoong? —pregunta con cautela. Leedo blanquea los ojos con desinterés extremo.

—Son solo doscientos setenta latigazos, no se va a morir y no se va a ahogar por estar fuera del agua. Él aguanta todo eso y más—Seoho da cuenta de que en su cuello se marcan branquias. Está muy enojado, concluye volviendo la vista al gesto exasperado del monarca—. Ni siquiera han llegado a ponerle una mano encima. O sí. No lo sé. No me importa.

— ¿Disculpe? —pregunta, un tanto perdido en esa cola al asunto.

—Los Lideres están ansioso, no voy a traerles a nadie y ya que no hay esclavos, que se descarguen con él. Veamos si de esa manera aprende a hacer las cosas bien de una puta vez—Abre los ojos y la boca con sorpresa—. No es la primera vez que lo violan, deja la cara de impresión.

—Pero-

— ¿Tengo que dar la orden yo mismo? —Niega con la cabeza suavemente—. Bien. Hwanwoong estará en la fosa norte por esta semana. Hay que conseguirle otra piel y quizá para ese momento haya reflexionado sobre su inutilidad—Seoho estira los labios ¿Cómo se reflexiona sobre eso? Es un fallo que pudo pasarle a cualquiera. Era muy arriesgado y ya era bien sabido que conocían del espía que tenían—. Keonhee ya debe estar regresando o saliendo de allá.

—Entendido.

Sale del lugar queda un instante pensativo. Hwanwoong antes era un esclavo, todo porque los terranos destruyeron su pueblo, secuestraron a su gente, alguien lo salvó, lo tomó como un premio de batalla, lo violó hasta casi matarlo y en una de las idas y piruetas de Leedo por ahí lo encontró. Está muy claro que no lo ayudó por piedad.

Lo ayudó porque apenas hay selkies y tener uno sería una ventaja. Que lo castigue de esta forma se le hace muy anticlimático. No obstante, si Leedo lo ordena, que así sea. No es nadie para replicar y bien, cómo negar que le fascina cuando es así de extremo. Que mataría a cualquiera que le colme la paciencia en este preciso instante.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora