Anfitrite: Ocean Eyes || KookMin

5. Deberes de Líder

Baja del hipocampo y se frota un poco los brazos, hay demasiado frío en el agua. Por esto odia las aguas pertenecientes a toda la población escandinava o aliados. De algún modo consiguen que siempre sea un congelador. Avanza, teniendo muchos ojos encima suyo. Principalmente de mujeres y niños, algún que otro anciano fuera de su vivienda y animales propios de la zona. Se detiene una vez está frente a un niño de unos doce u once años. Se le hace irrelevante. Pequeño y de aspecto débil.

—Eres el hijo de Quinn ¿Cierto? Jefe Aldair—El muchacho asiente, tembloroso con sus enormes ojos verdes, cabello de tonalidad pelirroja con el sol impactando directamente a él. Tiene rostro pecoso y redondo. Su vestimenta solo consigue que sea más diminuto de lo que es—. Considerando que vengo sin nadie más, puede concederme una audiencia.

—Lo que tengas que decir, dilo aquí frente a todos y que así no quede en duda de nadie tus intenciones. No demores mucho, no eres bienvenido. —Hace notar con tono repelente y ese brusco acento que a Yoongi lo irrita.

—Se trata de una invitación que hace mi hermano, rey de la Atlántida a ustedes, para evitar el derramamiento innecesario de sangre.

— ¿El rey atlante? —cuestiona alguien con tono de burla—. ¿Menos derramamiento de sangre? Eliminó nuestra aldea al oeste hace cosa de tres meses y ¿Quiere salvarnos? —La mujer se hace atrás, enfurruñada y disgustada. Más comentarios al respecto empiezan a salir y Yoongi se cuestiona ¿De qué hablan? No han hecho nada. Apenas reparan en sus existencias.

—El rey Jungkook no nos defendió cuando más lo necesitamos.

—Se hizo cargo de la ciudad de su perra antes que de nosotros, siendo hijos del mar igual que él. No merece ser rey.

— ¿De qué están hablando? —cuestiona al niño que frunce los labios.

—Submarinos vinieron, atacaron varios pueblos aledaños. Tuvimos que hacer expansión porque no cabían todos los que huyeron y a los pocos que no se llevaron para hacer quien-sabe-qué. —Yoongi arruga la expresión.

—Mi hermano se deshizo de todos los submarinos de los que tuvo conocimiento y de aquí en ningún momento llegó un informe de que necesitaran-

— ¡No pedimos ayuda! Y aun así ¡Debió hacer algo! ¡Es su deber!

En eso es imposible refutar. Jungkook tiene que hacerse cargo de esa clase de asuntos, sin embargo, queda la duda ¿Por qué no dijeron nada? Habiendo avisado que todo se había solucionado y que de repente el problema resucite resulta inverosímil el no notificarlo. Jungkook escucha y entiende al océano, más no tiene ojos y oídos en todo este. Este poblado tan apartado de la Atlántida cuesta más enterarse.

Tiene la impresión de que aquí hay un error de percepciones. Así mismo, recuerda que Quinn es un hombre ya mayor que no se deja convencer fácilmente para pleitos como el que se está llevando a cabo. Aquí hay algo extraño. Sabiendo cómo se desenvolvió todo en la Atlántida, no lo sorprendería que aquí también haya una treta para conseguir, en este caso, apoyo.

—Seré directo—dice en un gruñido impaciente—. Mi hermano va a barrer este territorio con el Kraken—Hay exclamaciones alarmadas y angustiadas al instante—. Como dije antes, no pretende que se derrame más sangre de la necesaria: Me pidió venir aquí para informarles y que, quienes quieran sobrevivir, se marchen. De otra manera, serán asesinados.

— ¡No puede...!

—Son un pueblo pequeño a mitad de la nada—Sonríe mordaz y girando un poco al cabeza, con esa enorme cicatriz de su rostro haciendo mayor acto de presencia, horrorizando al niño—. No cuentan con grandes riquezas, palacios, edificios, nada. Son similar a un pueblo cualquiera y nuestra ciudad más pequeña es más grande que esto—Toma cercanía a él, con Aldair respirando por la boca—. Poco nos duele o importa volverlo añicos con ustedes—Sus ojos se vuelven brillantes, rojos como el sol del ocaso visto bajo el agua—. Así que, siendo ustedes me trago el maldito orgullo, explico mejor el tema de los submarinos y así ninguno tiene que pasar por las puertas del hades.