30. Escurrido entre los dedos

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El tiburón hace tiempo desapareció. Tierno mientras duró. Estira las manos arriba, con tenue luz filtrada. Suspira, entrecerrando los ojos. Ojalá pudiera quedarme aquí por siempre. Es una sensación similar la experimentada en la cueva de Jormungander. Existencia simple, sin preocupación apenas y ¿Ya? No había preocupaciones, tristezas. Tan solo existir.

¿Problema? limitaba a no tener alegrías. No pensar en nada y estar solo. Tanto y más de lo que soporta. A medida que cierra los ojos, queriendo tomar ese hilo de luz, jalarlo y subir lejos de la profundidad, sabe que no puede. Esto es un sueño. Uno en el que no puede estar eternamente. La diferencia entre los sueños y la realidad, es que los sueños acaban en su momento de mayor gusto.

Y si no lo hacen, tardaran poco en volverse una pesadilla.

La realidad, por otro lado, puede matizar. Variar y permitir un tiempo de todo. No volverse plana y monótona si lo impide. Da una risita. Para arreglar su realidad, debe dejar la paz de su sueño.

. . .

—Buenos días, majestad.

—Buenos días Jeonghan—corresponde a Jeonghan. Jimin levanta de la cama y bosteza. Con modorra impidiéndolo abrir los ojos. Gira a un lado, encontrando a Soonyoung con expresión ansiosa, dándole palmadas en una pierna. Exigiendo su atención—. Hola. —sonríe al niño que ocupa sus brazos rápidamente.

Un chillido lo consigue espabilar. Mingi se precipita hacia Wooyoung, que consiguió flotar fuera de su cuna y en ello, peligra de caer al suelo. Jimin se ve abordado por sus pecezuelos. Tanto postizos como el único biológico. Jeonghan se acerca con comida y no resiste reír de la escena.

—Estuvo mucho tiempo dormido.

— ¿Cuánto? La verdad, no lo sentí. —admite suspirando, estirando un brazo para tomar un trozo de pescado.

—Cuatro días. En dos nos vamos. —Indica en voz muy baja. Youngjo entra en la habitación, cerrando la puerta con prisa tras él.

—Buenos días—Saluda cordial—. Hay un ¿Problema? Por decirlo de algún modo—Jimin estira los labios. Basta que despierte para tener otro problema encima—. Los líderes fueron asesinados por la noche.

Jeonghan y Jimin se ven un instante, con el noble persistiendo en su confusión. Él no ordenó hacer nada. Quería un perfil bajo después del asesinato de Siggy. Esto no les conviene en lo absoluto, sobre todo con el plan de huida. Mira por la ventana. Apenas hay vestigios de marea roja.

Lo cual, en su interpretación, quiere decir que ha logrado guardar al menos una parte de la ira aun dentro de su ser. Rebajar la responsabilidad en Jungkook sobre el océano. Deja a Soonyoung en la cama y cruza los brazos.

—Yo no ordené que se hiciera. Se supone que-

—Leedo pidió por usted para hablar con él. Falta poco para que vengan a buscarlo—informa con deje nervioso—. Debería arreglarse. Lo van a sacar a rastras si hace falta. Sobra decir que lo considera el culpable de esto—Rueda los ojos. Aun si no hace nada, es culpa suya. Lo típico. Admite que se ha ganado esa fama con su pasivo agresividad—. Ya interrogaron a sus hombres y ninguno dijo nada.

—Obviamente, porque estuve dormido cuatro días. Yo no ordené hacer nada—bufa malhumorado. Va hacia la cortina y Jeonghan se apresura en sacarle ropa—. Quédense aquí, no quisiera que vinieran de sorpresa a por Wooyoung y Soonyoung.

Youngjo mira a Mingi de reojo, quien se muerde los labios y tamborilea los dedos en la piel en la que está sentado. Entrecierra los ojos, con sospecha hacia el niño. Pasan veinte minutos cuando tocan la puerta y Jimin se ve en la necesidad de salir, marchar con el par de vikingos. Quienes dicen lo mismo que Youngjo advirtió: El rey Leedo quiere hablar con usted debido a un percance.

Anfitrite: Ocean Eyes || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora