Los juegos de una Traición.

Capítulo 41 | Grandes e interesantes sorpresas

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Kapitel 41 | Stora och intressanta överraskningar

Entré seguida de ellos, cerraron la puerta detrás de mí con un toque mínimo mientras observaba una habitación gigante repleta de muchas mesas con implementos de bioquímica encima. Justo al fondo, había unos calabozos de los que se escuchaban lamentos y salían manos mugrientas en mi dirección. Me recordó al calabozo de los Sjøholt, con la diferencia de que el de ellos era muchísimo más amplio.

Desplacé mis ojos por la brillosa habitación mientras ellos de mantenían detrás de mí todavía. La habitación estaba habitada por una mujer con gafas y una bata blanca, ella se percató de nuestra presencia, pero nos ignoró como si no fuésemos nadie mientras su atención estaba totalmente en un microscopio con el que veía una muestra.

Etzan carraspeó detrás de mí y ella elevó la vista hasta nosotros. Especialmente a él. Graciosa y notoriamente había anhelo en esos ojos azules, inmoderado. Parecía que estuviera observando a alguna figura mística, me recordó a Hinami observando a Diederick. Ladee la cabeza con curiosidad, dándole una mirada más analítica. Me produjo curiosidad de inmediato, pero no por desagrado.

Demasiado alta, mucho más que yo. Demasiado delgada. Cabello castaño demasiado claro con finas pecas en sus mejillas. Nada llamativa. Sencilla.

—Señores. —Saludo con respeto, con un tono fino, poco audible. Tímido. —Señorita.

Ninguno respondió, ella observó al piso uniendo sus manos en medio de sus piernas. No me interesó lo que vi de inmediato, no desprendía poder, pero sí sumisión. Y sin dudas, desprendía vivacidad.

— ¿Sabes quién es, Fiorella? —Preguntó Sillian con interés, con su tono habitual.

Ella asintió inmediatamente, elevando sus ojos azules a mí mientras pasaba saliva.

—La señorita Von Parker. Lucielle Von Parker.

—Déjate de sentimentalismos y presentaciones estúpidas, —Interrumpió Etzan con indolencia, caminando hasta ella para observar la muestra que anteriormente observaba ella. — ¿Qué es esto?

—Analizo la sangre de los esclavos en reacción al Sevicia. —Murmuró con una pequeña sonrisa de placer mientras se mantenía absorta observando el pálido perfil de Etzan. En esos ojos brillantes había sin duda muchísimo sentimentalismo.

Le gustaba, lo amaba, o quizás lo admiraba nada más, pero era tanto, que se desbordaba en el brillo de sus ojos y era imposible ocultarlo mientras lo observaba.

— ¿Y? —Preguntó él todavía mirando por el microscopio. La sonrisa de ella se ensanchó.

—Limpia, señor. Indudablemente hemos creado el veneno más peligroso hasta la actualidad. —Le respondió, él la miró por fin provocando que se sonrojara. —No hay pruebas en su sangre que esté infectado, por lo que es totalmente silenciosa.

—Ni tanto, la Sevicia es demasiado obvia. Los seca. —Respondió él en contradicción, se giró hasta nosotros llevando sus ojos a Sillian. —Esa sigue siendo una falla en su silencioso acto.

Sillian hizo un sonido con su garganta.

— ¿Qué creaste? —Indagué con relajo provocando que me mirara con una arrogante pizca de calma. Soltó una risita apenas perceptible caminando hacia los calabozos.