Ö𝙣𝙨𝙠𝙖 𝙤𝙘𝙝 𝙛𝙮𝙣𝙙𝙞𝙜
Había un silencio incómodo y un tanto tenaz.
Estábamos en la habitación en la que entramos desde un principio. En el despacho, en silencio mientras esperábamos a Hidan y a Samael. Rin no estaba, pero Leiko sí, impidiéndonos por completo comentar algo, aunque de igual forma, no lo haríamos. No en un territorio desconocido, y definitivamente no a la ligera.
El silencio se servía como una taza de té a pensamientos profundos, o al menos, eso parecía al mirarlos a todos.
De un segundo a otro, la puerta se abre con un estruendo, y una daga de cuatro puntas pasa a toda velocidad hacia ella, dejándome extasiada. Los adolescentes de la puerta se mueven de inmediato, evitando el contacto, y Diederick, quien ha sido el causante de lanzarla, aún está inclinado en la mesa.
Su entrecejo se frunce de inmediato en desaprobación y lentamente, vuelve a sentarse.
Él está en la cabecera de la mesa, justo a mi derecha, así que para mí es perceptible esa aura de fastidio que emana.
- ¿Por qué entran así? ¿Quieren que los mate?
Llevo mis ojos a los dos jóvenes cuando un suspiro por su parte se escucha. La primera es una mujer. Una adolescente, de no máximo quince años. Su rostro es serio, pero es impactante por el maquillaje tan exótico y felino que lleva. Me hace elevar una de mis cejas. Lleva sombra color naranja intensa, que hace juego con un brillo labial rosa. Tiene la mirada relajada, casi fastidiada, los ojos de un verde avellana que hacen juego con el cabello castaño claro, casi rubio, que está atado en una coleta alta.
Sin embargo, mi atención va al chico cuando se golpea la frente con la mano haciendo que resuene muy fuerte.
- ¿Y tú por qué lanzas así las cosas? ¿Por qué ese afán de querer herir y matar a todos? -El chico se queja, su voz teniendo un tinte de reproche que no paso por alto. ¿Quién era ese y por qué le hablaba así? Casi quiero reír cuando se cruza de brazos esperando una respuesta.
Ojos verdes de un tono esmeralda bastante vivo. Cejas gruesas y rizos oscuros, su mirada lucía más viva que la de la chica, por decirlo de algún modo. Deslizo mis ojos por ambos, notando un traje a la talla totalmente negro en ambos. A ella se le marca una cintura pequeña y curvas pequeñas también, mientras que él luce muy delgado y casi desgarbado... ¿Quiénes eran estos?
¿Por qué vestían así?
- ¿Qué son esas formas de hablarme, Eren? -Diederick murmura cada palabra con una lentitud mordaz, retadora.
Y se percibe totalmente.
Tanto, que el chico se abochorna levemente antes de bajar la vista al piso. La chica observa a su compañero con reproche.
-Discúlpeme. -Pide él.
Noto a Sillian ser el más descarado de todos al momento de observarlos. Sus ojos se mueven por cada rasgo de los adolescentes sin nada de discreción. No lo culpaba, había cierta inquietud por ellos.
-El señor Hidan nos ordenó entrar a la habitación para completar una misión. -Habla la chica con seguridad y un tono fuerte. No flaquea, incluso ante la actitud de Diederick. -Lamento haber entrado sin tocar, y de esa forma.
Esto sin duda, me resultaba interesante. ¿Cómo había tanta fidelidad para los Sjøholt? ¿Cómo mantenían no solo una mafia si no un país también? ¿Que as tenían?
Y la más importante: ¿Qué pasaba yo por alto?
Porque sentía que algo ante mis ojos era muy obvio y no lo veía. Había una sumisión alarmante hacia ellos.
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Los juegos de una Traición.
Gizem / GerilimMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...