Capítulo 33 | Corine deja un secreto

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Kapitel 33 | Corine lämnar en hemlighet

—Que nombre tan feo. —Admitió Sillian con un mohín en sus labios rosáceos. Luego soltó una risita. —Lo compensa el que tú no seas para nada feo.

Akatzi soltó una risita baja y grave, totalmente descarada. Su aura era totalmente de suficiencia, como la de un diablillo de un rango muy alto, un diablillo que no recibía represalias de su superior. Casi sonreí, que interesante.

Así que mi deducción sobre el falso Evan había sido acertada. Sería un personaje interesante.

—No es lo único que lo compensa. Aunque me gusta mi nombre, Sillian. —Le respondió encogiéndose de hombros con voz amistosa.

—Tristemente no estamos aquí para hablar de ti. —Murmuró Houis rodando los ojos con total fastidio, Akatzi lo miró descaradamente en arrogancia, pasados unos segundos, me miró de igual forma, ignorando a Houis, quien siguió hablando. —Me aburren las reuniones, las leyes, las reglas, así que les agradecería no hacer esto tan tedioso.

—Tienes razón, Houis. —Habló Rin tomando la atención de todos nuevamente. Akatzi no dejó de mirarme ni de ocultar en ningún momento el brillo malicioso que brillaba con mucha fuerza en sus ojos cada vez que me recorría con una mini sonrisa. —No hay que desviarse. Vamos a lo importante.

» Eren consiguió la localización del teléfono de Evan luego de que ustedes dejaran Noruega. —Se pasó la lengua por el labio inferior con mucha concentración, no buscando la obscenidad. —Sabían que entraríamos al teléfono. Estaba en todos lados, en cada país. En todo el mundo. Lo que quiere decir que fue una cortina de humo en la que caímos.

Con cada palabra que él soltaba mi rostro iba tomando una nueva arruga. No me estaba gustando por dónde nos estábamos dirigiendo.

—Lene, por otro lado, el día que se celebró su regreso a Suecia consiguió entrar a la carpeta a la que no podíamos acceder. —Nos observó a todos. —Había siete carpetas dentro de esa, cada una con una única letra, pero estaban vacías. No había absolutamente nada en ellas, era otro señuelo.

— ¿Qué letras? —Preguntó Corine.

Rin la observó con curiosidad.

—L. S. H. C. S. E. A.

Elevé una de mis cejas al mismo tiempo que Etzan. Negó como si fuera absurdo antes de darle a Rin una mirada que por todos lados explicaba su incomprensión.

— ¿Nuestras iniciales?

—No necesariamente. —Respondió tranquilamente. —Aunque es una posibilidad. Quizás eran carpetas de cada uno de ustedes que estaban llenas de información, y que por seguridad vaciaron.

— ¿Estaban explícitamente en ese orden? —Preguntó Samael, adelantándose a mí.

Rin asintió.

Akatzi hizo una mueca.

—Puede ser también una frase. —Continué. —Quizás una clave. O un rastro falso.

Rin asintió con relajo.

—Los Sjøholt no descartan ninguna posibilidad. Yo tampoco. Pero sea quien sea va pasos por delante de ustedes. —Me dio una mirada rápida antes de continuar hablando. —Puede ser Evan.

Aunque Samael y yo ya lo habíamos hablado, los demás no tenían una sola pista de eso. Rin también lo sabía, por eso su atención no estaba en nosotros dos, estaba en las figuras silenciosas que también estaban observándolo a él.

Houis fue el primero en hacer un sonido; bufar.

—Vimos el cuerpo. ¿Me estás diciendo que se metió en un cajón por días solamente para tener una coartada perfecta? —Elevó una de sus cejas cafés, sonriendo divertido. — ¿Y enterrarse vivo?

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora