|EXTRA| CONTRARRELOJ EN CONTRA

838 124 73
                                    

NAGISA



Mientras el cuerpo de Rin colisiona frente a mí, mis defensas se detienen y me congelo. Mis manos caen a los costados de mi cuerpo mientras mis ojos ven a mi hermano perder el equilibrio debido a la cantidad de balas que traspasan su estómago y pecho.

— ¡Rin! —El grito que salió de mi garganta ni siquiera lo pensé al tiempo que dejaba caer la pistola que sostenía entre mis dedos y me acercaba hasta dónde se encontraba él. Los hombres que debían resguardarnos corrían detrás de la malnacida que le había disparado mientras Natsuki en el mismo estado de shock que tenía yo se arrodillaba frente a nuestro hermano menor.

—Rin. —La voz de Natsuki tembló mientras colocaba su cabeza sobre sus piernas. Me arrodillé al lado de ellos observando los tiros que tenía su ropa y como la sangre corría por el asfalto sin ninguna contemplación empapando todo a su paso. —Rin, Rin, ¡Oye!

— ¡Un maldito auto! —Grité hasta ensordecerme los oídos mientras lo observaba con los ojos medio abiertos, de su boca corría sangre que bajaba por sus mejillas hasta su cuello. Maldecí en voz alta una vez más mientras su respiración era lenta. — ¡Un auto!

Inmediatamente a nuestro lado derrapó una de las camionetas para subir a Rin en ella y partir directamente a uno de los hospitales que controlaba nuestro padre. Lo cubría con mi cuerpo sintiendo el shock que en cualquier momento podría perderlo, había tanta sangre y él lucía tan débil que simplemente la desesperación que corría por todo mi ser era una nueva sensación desconocida que no podía controlar. Jamás había experimentado la desmoralización y hacerlo ahora con Rin muriéndose era un detonante a la locura.

— ¡Apúrate! —Exigió Natsuki sosteniendo a Rin también. Mis manos cubrían algunas de sus heridas y presionaba tan fuerte que sentía que la sangre salía más por otros lados. —No te duermas, eh, Rin, no te duermas.

—Ino... —Articuló apenas en un susurró mientras me exigía a mí mismo no perder la cordura porque Rin era un Shōtoku. Y nada derriba a un Shōtoku. —Sillian.

Ninguno de los dos respondió, pero uno de los escoltas parecía tener la respuesta. Natsuki negó inmediatamente negándole la palabra mientras exigía que aceleraran en dirección al hospital. Las manos me dolían mientras presionábamos su piel evitando que la sangre saliera, parecía imposible pero aun así ninguno se detuvo. Ninguno estaba pensando en nada más que no fuera él.

—Abre los ojos, no cierres los ojos. —Murmuraba para él con el pánico corriendo por todo mi cuerpo. —Rin, abre los ojos.

Me hizo caso por cortos segundos antes de volver a cerrarlos haciendo que gruñera en dirección a los miembros que se apuraran. Había demasiados huecos en su ropa, demasiados. Y eso estallaba la sangre que corría por todos lados en una carrera contra el tiempo. Al llegar al hospital todo fue un caos que se extendió cuando a Ino lo bajaban de una camilla completamente mallugado y repleto de sangre mientras uno de los paramédicos se encontraba sobre él mientras auxiliaba su pecho con reanimación cardiopulmonar haciéndonos a todos correr en dirección a la escena que se lucía tan terrorífica porque solo dejaba una sola opción a la vista.

—No pueden pasar, señores. —Habló uno de los médicos impidiéndonos el paso completamente. —Por favor, deténgase.

— ¡Te quitas o te quito yo!

—Por favor deténgase, pueden contaminar la escena y eso ocasionaría el fallo de nuestros conocimientos y respuestas.

— ¡Tráeme a Lucielle Von Parker aquí! —Gritó Natsuki a su mano derecha mientras lo tomaba de la corbata. A nadie le importaron los visitantes que se encontraban en la sala de emergencia mientras exigía máxima seguridad en el área y mandaba a sacar a todos. — ¡No quiero a nadie aquí que no sea un Shōtoku o un Yakuza! ¡Y el que no quiera salir por las buenas lo matas!

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora