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Kapitel 80 | Lefebvre
La llegada a Italia estuvo repleta de escoltas. Lyzander no estuvo presente, sin embargo, sí una gran cantidad de camionetas blindadas que cubrían todo el territorio de las calles mientras ambos nos deslizábamos dentro de una en camino a dónde sea que nos llevara su maldito peón tuerto.
Unos lentes oscuros cubrían mis ojos. No había dormido, me sentía fatigada pero no vencida. Eso jamás.
Evan se mantenía a mi lado con un relajo envidiable, disfrutando de los tratos de su padre, o probablemente de ser fugitivo. O niñero.
El tal Nikki conducía moderadamente y en presencia del escuadrón de hombres que proporcionaban una aparente seguridad se mantenía sereno y sin demostrar la personalidad tan misteriosa de la que fui testigo en el avión. Me deslicé en el asiento de modo que mis piernas pudieran cruzarse y mi cuello quedara a la altura del borde del asiento, sacando en Evan una mueca que ignoré.
El relajo en sus facciones atractivas me hizo recordar inmediatamente el falso disparo en su frente, la sangre y la escena. Todo como una burla a mí misma. Quizás por eso solté una risita baja que llamó su atención, provocando que me mirara con más interés.
—A todas estas, nunca tuviste la amabilidad de decirme cómo es que te vi morir frente a mis ojos, te enterré...
—Y me lloraste, pero heme aquí vivo. —Terminó por mí, nuevamente deslizando una sonrisa en sus labios rosáceos. Disfrutó decirlo, el azul de sus ojos mostró un brillo juguetón.
Fingí pensar y aceptar.
—Sí. —Respondí encogiéndome de hombros. —Lo que pasa es que cada quien vive el luto a su manera. Por ejemplo, el mío fue cogiéndome a tu hermano y a todos tus amigos, ya sabes, buscando una forma de hacer salir... El dolor. —Le recordé.
Él sonrió no pareciendo alterado de mi respuesta que ya había escuchado tantas veces y que me encantaba sacarle en cara cada que pudiera, pero el tal Nikki sin poder evitarlo soltó una exhalación ofendida que no controló, como si no pudiera creerlo.
Dirigí mi atención a él.
—Sí, Nikki, conoce a la ex de tu jefe. —Lo observé por el retrovisor cuándo su ojo oscuro se encontró con los míos. —Lucielle Von Parker; una perra.
—Oye pero, ¿Por qué te denigras así? —Siguió simpático Evan, mirándome divertido, buscando una evasiva a mi pregunta inicial. Lo observé por largo tiempo en los que sus ojos se mantuvieron fijos en los míos. Él los apartó primero, llevando sus ojos a la ventana a su lado.
— ¿Crees que me denigro por llamarme a mí misma «perra»?
—La verdad, no. —No me miró. —Dudo que puedas denigrarte a ti misma.
—Exactamente. Soy perfecta. Y nadie denigra la perfección.
El ojo de Nikki en ocasiones caía en ambos, curioso y expectante de la ligera tensión que comenzaba a sentirse en el ambiente. Evan quería hablar, decir más, o incluso mostrar más, pero parecía obligarse a sí mismo a mantenerse a raya.
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Los juegos de una Traición.
Mystery / ThrillerMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...