Capítulo 37 |Estrés

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Kapitel 37 | Påfrestning

Haise se encontraba hablando con Corine en la casa. Sabía que los verdaderos Sjøholt estaban escuchando todo lo que dentro se hablaba. Eren era esa red fantasma que los volvía omnipotentes, y esa omnipotencia les daba el poder de un Dios.

Akatzi lejos, sin preocupación alguna se encontraba hablando con Jaen. Ambos altos con posiciones sutilmente elegantes. Uno con una mirada desvergonzada y el otro con una muy seria mientras hablaban como si fuesen conocidos muy antiguos.

Jaen parecía ser la mano derecha de Haise. Su consejero. Parecía tener su misma edad, con una muy buena lealtad. Había enviado a toda la escuadra con la que habían llegado a casa. Solo estaba él por parte de Haise. Lucien cuidaba el panorama con su informal ropa moviéndose sobre sus pulcras Nike de aquí para allá lo suficientemente hastiado como para lucir muy altanero.

Izav y Leiko se mantenían a mi lado sentados en una banca de madera a las afueras de la casucha, en el insignificante jardín. Ambos en silencio, con poses relajadas y miradas a juego en la puerta de la casa.

— ¿Eso que dijiste ahí adentro...? —No terminé de hablar porque Leiko soltó una risa muy baja. Demasiado descarada, interrumpiéndome con gusto.

—No fue mentira. Ni una sola palabra.

Izav suspiró pasándose los enguantados dedos en látex blanco por las delicadas y lisas hebras doradas que lucían solo un poco más oscuras que sus amarillentos ojos. Elevé una de mis cejas hacia Leiko y él pareció entender el contexto de sus palabras. Sonrió con una diversión demasiado notable, demasiado exquisita.

—Solo imité a Hidan delante de una parte de la mafia. —Se encogió de hombros hablando muy calmadamente. —Los límites los marca siempre la persona que más poder tiene, en este caso, él. Haise no tiene más remedio que aceptar su orden. En la balanza hay peso. Por un lado, está Corine, y por el otro su imperio. Por ley, él es el príncipe de la Bratva, pero realmente todavía está ahí porque Hidan ha actuado a su favor muchas veces. Dejé eso claro, ¿No?

» Lo hiciste bien. Estábamos escuchando todo. Supiste manejar a Haise con un secreto. Golpeaste en el orgullo de la mafia, y eso casi hace que Hidan no me haga aparecer aquí. Pero... Prácticamente vendiste a Houis.

Solté una risa mientras sus serenos ojos azules caían en mi rostro con demasiado interés.

—Houis no se dejaría matar por Haise.

Leiko hizo una mueca en la que parecía dudar de mis palabras. Parecía como si mi fe hacia Houis él no la compartiera. Se me hizo curioso y divertido.

—La ficha de Houis ha sido apartada para Diederick. —Admitió él. —Aunque Hidan no lo acepte, Diederick pretende arrebatarle la vida al finalizar este juego.

Elevé mis cejas. No me sorprendía. Sabía y había sido testigo de esa promesa silenciosa. Conocía a Houis, ellos conocían a Houis, nosotros de Diederick solo conocíamos el rostro.

Solté una risa que fue de interés para ambos. Dudaba, pero era impropio de mí si no hacía la pregunta. Observé con mucho interés al más expresivo de los dos: A Leiko.

— ¿El Hidan y el Diederick que conozco, son los verdaderos?

Sus labios se curvearon en una risa divertida que brilló con fuerza en sus ojos.

— ¿Es algo que necesitas saber?

—Sí.

Rodó sus ojos sin perder la sonrisa.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora