67 | N.O

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67 | NARRADOR OMNISCIENTE |


El concepto de traición existe desde el inicio de la vida, según dicen. ¿Pero todos estamos completamente seguros que esa fue la primera traición? De hecho, solo somos externos en medio de una ruleta constante que ejerce la vida como escenario.

A los ojos de muchos, Lucielle Von Parker es un problema. Una piedra en el camino que debe ser exterminada, así como sus padres lo fueron. ¿Por qué salía ilesa de los atentados que le hacían? ¿Por qué actuaba como si nunca pudieran tocarla? ¿Qué tanto sabía cómo para no temer por represalias? Esas eran preguntas que se hacían una y otra vez, muchos de los que la conocían.

Sin embargo, Lucielle solo se hacía tres preguntas: ¿Cómo? ¿Cuando? ¿La razón?

A simple vista se decía que tenía el terreno ganado, sabía más de lo que debía. Sabía y fingía que no, eso le otorgaba pasos adelante de quienes se suponía, debían eliminarla.

Alek Drovanot siempre había tenido un temperamento tranquilo. Por lo general era alguien agradable, algo introvertido, pero con una finura obligada por lo que representaba. Quería decir que tenía muchos amigos, pero era algo imposible de decir cuando habían crecido en una competencia por un poder compartido. Sin embargo, jamás había tenido un pensamiento de odio para ninguno de ellos, ni siquiera para Houis Klarwring.

Le gustaba el silencio, y la tranquilidad de poder moverse en un ambiente que pudiera controlar. La crianza que le dieron siempre fue «No demuestres lo que eres, no demuestres lo que puedes hacer» y con ello estableció completamente su existencia. No era alguien que alardeara lo que podía hacer o no, simplemente reaccionaba cuando era el momento oportuno.

Le agradaban muchas personas a las que consideraba amigos, y quizás, esa era la falla más grande que tenía: Confiar en los que no debía. Porque él moriría por sus amigos sin dudarlo, pero sus amigos sin siquiera pensarlo, no morirían por él... Pero ese es otro asunto muy extenso, del cual saber ahora, no es relevante.

Tener a Lucielle Von Parker frente a él nuevamente era como estar en tierra firme y ver una ola gigante aproximarse a ti. Era hermoso, pero era aterrador también, y provocaba la sensación de salir corriendo y jamás volver. Él había tenido esa oportunidad, había tenido la opción de huir lejos y jamás volver. No tenía nada por quién pelear, o para qué, pero sinceramente, quedar solo en medio de una jugada satírica, le había restado la importancia a lo que quería, tomándole más interés a lo que debía. Había algo a lo que debían destruir, y él estaba de acuerdo en derramar toda la sangre posible. Tenía la sed, las ansias y todas las ganas de otorgar sufrimiento y desdicha. ¿Qué había que perder?

Pensó que moriría, y no fue así. Pero Alek Drovanot había muerto, y él no tenía la intención de revivirlo. Era Logan Kirschtein. Sus quemaduras lo habían llevado casi a la muerte, de no ser por Hidan Sjøholt de hecho, hubiera muerto la misma noche que Etzan Illolent. Tuvo una recuperación extensa y dolorosa, así como muchas operaciones que habían dejado ciertas cicatrices todavía. Sin embargo, su apariencia le había otorgado el puesto junto a Octavious Hodwerdflez, dejando armar su plan como debía.

Nuevamente, ese es otro tema muy extenso del cual todavía no es relevante hablar, pero sí muy importante tener en cuenta, porque mientras Logan Kirschtein y Lucielle Von Parker mantenían una conversación de interés en dónde las jugadas salieron a la luz, en Arabia Saudita las cosas comenzaban un rumbo más turbio.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora