Los juegos de una Traición.

Capítulo 86| El final de una era

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Kapitel 86|  Slutet av en era

— ¡Maldita sea! —Gritó Diederick poniéndose de pies mientras Hidan todavía se mantenía en silencio desprendiendo la calma habitual, sus ojos caían fijamente en Leiko el cual parecía debatirse mentalmente ante el silencio de su jefe.

—Señor. —Pareció que imploró, pero inmediatamente guardó silencio cuando Hidan elevó la mano en su dirección. El respeto a Hidan se presentaba de una manera inigualable.

Soltando una exhalación cansada suavemente se giró en mi dirección mientras Diederick daba vía libre a Leiko de irse a Japón, porque con el cambio de la situación al parecer ninguno se quedaría. Ninguno debía quedarse si no querían perder el control de Japón, todos lo sabían. Había que tomar todas las medidas, y la presencia de ellos era la principal.

—Termina de hacerlo. Encuentres o no a tu hermano, hazlo. Si tiene que morir, que muera. —Me habló y entendí a qué se refería. Su tono de voz dejó claro una sola cosa: No metería las manos al fuego por mi hermano si peligraban sus aliados.

No le respondí ni me despedí simplemente pasé por su lado cuando la habitación quedó completamente vacía, yo sabía que tenía razón. Su mano enredándose con fuerza en mi antebrazo me detuvo por cortos segundos antes de que lo apartará, soltándome de un manotazo. No tenía tiempo para perder en idioteces.

—Sé que no puedo ponerlo por encima de mí. —Hablé girando hacía él para ver sus ojos azules caer en mi rostro sin ninguna mueca. Era simplemente la facción de líder lo único que reflejaba su semblante de una forma inalcanzable. —Y no pretendo hacerlo. No tienes que recordarme quién soy y qué debo hacer para no sepultarme a mí misma. Pero...

— ¿Pero?

—Muy en contra de lo que se espera, porque no siento nada por un niño que no conozco, —Hablé observándolo a los ojos todavía disfrutando en ellos el brillo gélido. —No quiero perder contra Lyzander. Y dejar a ese niño en su posesión es perder. Además, siento que es por mi culpa que probablemente esté viviendo en la mierda, como fue mi culpa que el final de Katharine fuese una liberación debido a la maldita tortura que le implantó porque no supe controlar todas las fichas que estaban en mi contra.

» No quiero que porque porte mi sangre sea un esclavo, un peón, una maldita ficha que usará él sin tener en cuenta su valor. —Encaré. —Sea niño o no lo sea, esté vivo o no lo esté, la posibilidad ya me hace inferior a Lyzander.

—En resumen, haces esto por orgullo.

—Porque soy tan arrogante como tú. —Me reí elevando las cejas en su dirección mientras exhalaba una risa. —Porque no sientes nada por Corine, pero harías lo que esté a tu alcance porque nunca vuelva nadie a ponerle un dedo encima, únicamente porque es tu hermana menor.

Él soltó una risita asintiendo con suavidad mientras todavía me miraba con el poderío emanando de él como algo inevitable. Hidan era indescriptible en todos los aspectos, era algo difícil de comparar o igualar. Era ese tipo de hombre que llamaba la atención de todas las formas posibles, y que sabía que el control venía de la mano de la maldad. Exhalé suavemente teniendo en cuenta que debía irme, al igual que él.

—Entonces no pierdas. De hacerlo...

—No te atrevas a amenazarme. —Giré aún más mi rostro en su dirección notando como me observaba con una sonrisa maliciosa sin perder la frialdad en su mirar.