Capítulo 28| La ingenuidad es un paso hacia el fracaso

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Kapitel 28| Naivitet är ett steg att misslyckas


La acción fue tan salvaje como inmediata.

Me fui contra él sin darle tiempo a defenderse, sujetando con fuerza entre mis dedos la daga que pretendía clavar en su cuello mientras el aire me faltaba. Sin embargo, para mí lamento, él ya me esperaba, y como me esperaba, fue imposible usar el factor sorpresa para clavarle la daga.

Sostuvo mi mano con la fuerza necesaria mientras mantenía presión en la otra, con su rostro muy cerca del mío y mirada sarcástica. Hizo uso de la fuerza necesaria para que cayéramos del sofá y diéramos vueltas en aquel piso frío que era testigo de un salvajismo natural.

Era un maldito hijo de puta. ¿Era su juego? ¿Éramos las fichas de su tablero? ¿Qué pretendía? Sus palabras de matar a quien había acabado con Evan se repetían millones veces en mi cabeza, casi como una burla. ¿Él era el rostro de la oscuridad? ¿Por qué? Su hermano...

Me dejó debajo de él en última instancia, jadeando levemente y manteniendo presión con sus manos y piernas en mis extremidades. Respiraba más lento que yo y se mantenía en silencio mientras le juraba con palabras vacías que iba a matarlo. No iba a matarlo en ese justo momento, no con el shock oscuro en el que se encontraba mi mente con aquella noticia. No podía conectar absolutamente nada, mi mente era un cascarón vacío que por único relleno tenía un "Evan. Muerte. Samael"

—Esto era lo que iban a demostrar los Sjøholt de mí. Y esta, claramente, iba a ser tu maldita reacción. —Me habló lento, arrastrando cada palabra, no como si estuviera perdido o lo suficientemente ebrio. Arrastraba las palabras en fastidio. —Ibas a intentar matarme nada más ver la grabación, y yo no iba a dejarte. Así que yo sí iba a matarte.

—Tienes mucha confianza en ti mismo para creer que no puedo matarte. —Apenas pude responderle, fue algo mecánico.

—La tengo, incluso aunque sé que eres capaz de matarme si no estoy lo suficientemente atento a ti. —Respondió escuchándose como el Samael habitual. Ese que desprendía soberbia y arrogancia con tan solo una mirada.

—Y te voy a matar.

—Te deseo suerte. —Se burló y bajó su rostro con rapidez, quedando cerca de mí. Tan cerca como para unir su respiración a la mía, y tan cerca como para que mis ojos pudieran observar el gris en su mirada azulada que siempre brillaba en arrogancia y violencia. —Yo no lo maté.

Guardé silencio, y él no se movió.

Mi pecho subía y bajaba con la cercanía. Era un hijo de puta, había usado una táctica mía en mi contra. Me hizo soltar la daga y lo permití, no era la única que tenía y, además, me interesaba saber qué podía soltar su boca. Necesitaba que hablara. Que explicara. Era Samael. Samael, que no hacia las cosas porque sí.

—No lo maté. —Repitió en voz baja, y sus labios se rozaron con los míos a propósito, pues él no se alejaba por gusto propio.

—Le disparaste.

—Pero no en la frente. —Me respondió.

—Pero le disparaste a tu maldito hermano. —Me queje de nuevo con el tono seco y los ojos fijos en los suyos. Tan distintos a los de Evan, tan expresivos en oscuridad, tan únicos.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora