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Kapitel 53 | Ibland, ibland behöver du bara känna
Al llegar a la casa de Akatzi, todo me sorprendió. Filas de hombres cubrían las entradas de la casa, todos parecían ser liderados por Akatzi que justamente no lucía como Akatzi, sino como un mercenario veterano con su traje militar negro y guantes del mismo color.
Mientras nos acercábamos y él se percataba lo vi dar órdenes moviendo sus manos en direcciones, obligando a los hombres a dispersarse.
—Hidan me contó lo que sucedió mientras iba detrás de tu hermana. —Murmuró Lucien después de mucho silencio. —Puede que no me creas, no necesitas hacerlo, pero lo siento mucho.
—Deja de decirle esas mierdas para hacerla sentir mejor porque solo la van a hacer sentir peor —Bufó Houis detrás de mí, pero poco me importaba ser parte de su discusión. —Todos vamos a morir. Ella lo sabe. Todos lo sabemos. La muerte no la evitamos, y al menos, Alek y Etzan eligieron como morir.
—Todavía no lo comprendes ¿Verdad? —Preguntó Lucien. —Nadie quiere morir, y la mayoría de los que se sacrifican mueren porque la situación los obliga. No necesitas ser tan frívolo cuando se trata de la muerte, todos sabemos que vamos a morir, pero no por eso es necesaria la gelidez.
Houis soltó una risa y me apresuré a llegar hasta Akatzi cuando le respondió. Fue una respuesta inesperada, sádica, problemática, y eso mismo fue lo que hizo que Lucien se detuviera a contradecir.
Los ignoré caminando con los salvajes a mi lado. Estaba cansada y harta, no quería escuchar puntos de vista, no quería pensar, no quería nada. Silenciosamente solo estaba esperando morirme y no podía.
—Mademoiselle. —Murmuró Akatzi para mí apenas quedé frente a él. Pareció querer decirme algo más, pero no lo hizo. Guardó silencio hasta que fijó sus ojos en Felicite. — ¿Está herida?
Negué y el asintió dando órdenes nuevamente antes de entrar conmigo a la casa que él habitaba.
—Dúchate y recuéstate. —Me dijo entrando a la casa. Era extraño ese aire de neutralidad en el ambiente. Akatzi era festivo, dinámico, alegre, descarado, pero parecía sentir la pérdida y el dolor, y su actitud se movía para mí, en el respeto. —Descansa unos minutos. Sé que Hidan vendrá por ti.
Asentí, él suspiró suavemente.
—La niña está dormida sobre tu hombro. —Me avisó. —Llévala a tu habitación, si se golpeó despiértala, sino, déjala dormir y quédate junto a ella, si se despierta y tú no estás, puede ser complicado para ella. —Pasó a mirar a los tres salvajes. —Yo los llevaré a su propia habitación.
Lo dejé ahí cuando siguió hablando con ellos. La pérdida había sido mía, pero ellos actuaban respetuosamente, como si también hubiera sido suya.
Dejé a Felicite en la habitación que habitualmente era mía. No se movió en ningún momento, pero su rostro se veía afligido, y por primera vez en mucho tiempo, sus facciones infantiles estaban demasiado marcadas.
No podía evitar sentir ese hueco en el pecho. No podía, y quería.
Quería ser tan indiferente como me veía por fuera, pero la verdad era que quería llorar, injuriar, gritar y acabar con todo... Pero extrañamente no podía. Solo sentía que estaba acabada, muerta.
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Los juegos de una Traición.
Bí ẩn / Giật gânMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...