Kapitel 14 | Hamlet.
Tomo el vaso de agua que me tiende una mujer del servicio. Lo acepto, pero no me bebo el líquido.
Mis ojos solo están enfocando a Hidan caminar hasta Lucien, y con aire de amo voltearle la cara de un bofetón.
Resuena fuerte, hace eco en el despacho, y quizá por eso Diederick aspira con burla y sorna, todavía observando la escena de como su hermano toma la quijada de Lucien con sus dedos.
—Repíteme para que te mandé yo. —Le exige, me recuerda a mi padre en cierto punto.
Esa mirada fiera y cabreada lucía intimidante.
—A cuidarlos y a estar a su disposición. —Responde como puede porque Hidan aprieta más sus dedos, evitando que hable.
—Y dime, ¿Qué mierda hiciste en su lugar?
Nadie se mete.
Nadie mete las manos al fuego por un arrogante peón. Hidan le exige una respuesta, que incluso yo también quiero escuchar.
Bebo el líquido frío. Pasa por mi garganta de una manera rápida mientras Eren y Lene se mantienen a ambos lados de Diederick con nuestros teléfonos en la mesa.
El susto que había tenido hace horas, probablemente seguía, pero al mismo tiempo, me había alegrado.
Ellos habían tomado la iniciativa.
Y su detonante fui yo.
Si se analiza bien, eso puede decirnos muchas cosas.
—Hidan, si lo vas a matar, hazlo de una vez. —Le habla Diederick con un poco de fastidio. Se lleva los dedos a los ojos mientras bosteza, noto el perfecto esmalte negro en sus uñas.
Pero Hidan solo observa a Lucien con disgusto. Tiene un debate mental, me da curiosidad saber cuál será su decisión.
—Rin. —Llama al asiático. Aquel hombre al cual parecía tenerle una confianza inigualable. —Llévate a Lucien, supongo que debe conocer el dolor y la desesperación para entender su posición.
Le suelta el rostro de golpe, lo hace tan fuerte que la cabeza se le va hacia atrás. Las hebras rubias se pegan a su frente sudada y esa escena tan patética luce satisfactoria para mí y para los demás. Sobre todo, para Houis.
—Ese maldito dedo que perdiste, será nada en comparación a lo que te espera. —Es lo único que le dice. La sumisión de Lucien me gusta. Un error puede costar muy caro. —Dime una cosa Lucien, ¿Quieres pasar de vivir en el cielo y sus placeres, al maldito infierno y sus reglas? Me interesa mucho escuchar tu respuesta.
¿Hablaba de pasarlo a un esclavo?
El hombre niega, observando el piso, eso me hace sonreír.
Hidan luce tan enojado, que hace uso de su poder. Lo emana. Y es delicioso observarlo.
—No, señor. De verdad lo lamento, aceptaré mi culpa.
Diederick bosteza, Hidan sigue con el mismo rostro de odio hasta su peón.
—Rin, llévatelo.
El asiático lo hace, le da un empujón que lo incita a caminar y salir del despacho. Bebo nuevamente de mi agua.
—Y ustedes, ¿En qué mierda estaban pensando? —Se gira hasta nosotros.
Hay un silencio desafiante que me hace elevar las cejas.
—Primero, ese tonito conmigo no. —Habla Samael, se pone de pies. —No tenemos la culpa de que tu maldito peón se la haya querido dar de listo. Nosotros estábamos jugando y él llegó, para prueba tienes a este.
ESTÁS LEYENDO
Los juegos de una Traición.
Misterio / SuspensoMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...