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Kapitel 76 | Smutsig hägring
Inhalé hondo sintiendo la pesadez en el aire, el olor era una sensación inexplicable, un tipo de destrucción natural iniciado por una toxina y terminado por bombas y balas.
Observé los alrededores, Hidan no se había contactado y Samael tampoco. Sin duda había alteraciones, pero por los momentos los que menos me interesaban eran ellos. Había más cosas en juego que ellos dos, y aunque confiaba en que podían salir de situaciones de alto riesgo, debía improvisar porque al parecer las cosas no iban como debían.
Quise cerrar los ojos y maldecir porque la frustración comenzaba a pasarme factura. Sí, no quedaba nada rescatable en el país, y dentro de unas horas quizás el mundo entero descubriera que pasaba porque era imposible mantener tanto caos en un silencio infinito, pero aunque había salido a la perfección controlar y destruir una nación, comenzaba a salir mal el hecho de que todo lo que había estado teniendo parecía haberse jodido.
Y por primera vez, sinceramente, no sabía qué hacer.
No tenía miedo. Ahí, delante del Mörkdöd no tenía miedo, no quería huir y no quería perder, lo único que no quería era dar un paso en falso que me hiciera perder la partida y a la vez, las siguientes a la misma.
Había demasiados muertos en mi cabeza y demasiadas desgracias que no podía dejar salir porque descontrolarme y sacar toda la impotencia solo me haría fallar.
Toqué mi auricular observando la fachada tan importante y rebosante frente a mis ojos. Inmediatamente sentí la interferencia, dejándome claro que no podía contactar con nadie. Y aunque no me asustaba entrar sola, sentía que nos habíamos jodido hace mucho, y si nos habíamos jodido hace mucho, ¿Qué podía hacer para darle la vuelta al plan?
La cabeza que sangraba mientras colgaba de mi mano no era una solución. Solo era un escalón más alto para mi orgullo, y uno más bajo para el suyo.
Sabía quién era, sabía su pasado, sus fallas, sus puntos débiles... Pero sentía que me había hecho subestimarlo.
—Maldita sea... —Murmuré volviendo a las sombras de la calle, impidiendo estar a simple vista. Todos mis pensamientos se volvieron un destello rápido en cada situación, y me hizo sentir en parte estúpida y divertida porque nos parecíamos más de lo que me gustaría admitir. —Detesto que me subestimen y al parecer, te subestimé.
Silenciosamente mis labios se curvaron en una sonrisa burlesca, no para él, para mí. Había jugado una de mis propias tácticas en mi contra y me había confiado lo suficiente. Sin embargo, la única cabeza capaz de idear un plan no era la mía.
Pero, nuevamente, parecía que las cosas no estaban a favor de ninguno. Y si no estaban a favor de ninguno, solo hacía falta alterar la situación.
De manera eficiente y silenciosa me moví entre las sombras disfrutando deslizarme entre ellas sin llamar la atención. Nadie tardaría en encontrarme, la cabeza de Aina dejaba un camino de sangre que me impedía movilizarme tan incógnitamente como quería.
La primera vez que el Mörkdöd fue consumido por las llamas y destruido, fue mi dinero el que volvió a ponerlo en pie en total silencio. Por lo que aunque era una réplica exacta de la estructura anterior, contaba con pasadizos con los que estaba contando desde ese momento. El plan inicial siempre fue destruir Suecia, pero acorralar a Lyzander y a todos los que le rindieran pleitesía.
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Los juegos de una Traición.
Mystère / ThrillerMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...