Kapitel 27 | Ett ord: Kaos
La mirada que recibí por parte de Corine casi pudo hacerme reír. Fue felina, cabreada, repleta de un inmenso cabreo por hacerla parte de mis juegos como una ficha y no como una socia, quizás.
Alguien carraspeo su garganta detrás de mí, por lo que me giré con el mismo aire soberbio que la confrontación con Corine me dejó.
Ahí estaba Lucien. Su perfecta figura envuelta en un traje oscuro, negro, que vestía a la perfección el físico atlético que mantenía. Su mirada fue pícara al enfocarme, y quizá por eso, él sonrió mientras a la vez, me tendía una bandeja que sostenía una manzana.
Sonreí por su atrevimiento, y él copió mi acción mientras aquella mirada soberbia se posaba detrás de mí de un momento a otro con mucha tranquilidad.
—Gracias. —Fue lo único que dije mientras tomaba la manzana en una de mis manos, él me dio un guiño pícaro con matices coquetos que danzaron en su sonrisa de despedida antes de dar media vuelta y perderse.
—Maldito atrevido. —Se quejó Houis olvidando por completo lo que segundos atrás le incumbía.
Sillian soltó una risa grave mientras yo le daba a la manzana la primera mordida con los ojos fijos en Samael, qué, aunque pareciera muy tranquilo, sabía yo que no lo estaba.
—Lucien me agrada. —Admitió Sillian con una risa corta. —Por todos lados tiene la pinta de un hijo de puta. Y los hijos de puta tienen su encanto.
—Pensé que tu interés iba por Rin. —Alek lo ojeó, haciendo que se encogiera de hombros.
—Rin es algo sumamente majestuoso, así que por eso mi interés está en él. No en Lucien. Hijos de puta hay muchos, pero hay un solo Rin.
Etzan rodó los ojos con altanería, como si las palabras de su hermano fueran absurdas. Etzan protegía siempre a Sillian, se sentía el hermano mayor, y por ello, procuraba siempre cuidar los pasos de Sillian, incluso, aunque fueran tan simples como un simple capricho.
Lo que sucede, es que para Etzan, lo que Sillian demostraba no era un simple capricho. Al conocerlo, entendías se Etzan analizaba cosas en silencio mientras fingía no hacerlo, y esa altanería, soberbia y prepotencia, eran el disfraz a la ingenuidad. Así que muy probablemente, Etzan sabía que Rin no podía ser un capricho nada más, y que, de serlo, no podía ser tan sencillo por el aura de poder que lo rodeaba, incluso aunque fuera el lacayo de una mafia.
Así que Etzan solo cuidaba de Sillian.
Corine dio pasos hasta donde estaba yo, su figura alta se movía con elegancia, pero perdía el toque al mirar sus facciones cabreadas. Le mantuve la mirada, incluso puedo decir que la reté mientras masticaba mi manzana.
Había un silencio entre nosotros que se sentía delicioso. Éramos el centro de atención en quienes nos rodeaban, pero nosotros solo estábamos enfocándonos en nosotros mismos. En cumplir nuestros caprichos.
Ella tenía el derecho del cabreo, lo tenía permitido porque había sido rastrero utilizarla a mi beneficio, al mismo tiempo que a Houis, incluso aunque ellos no lo sabían. Pero, no había tiempo para dramas, y si tenías la oportunidad de controlar algo y mantenerlo como posesión o estrategia, debías tomarlo. Poseer aquella pizca de poder que te otorgaba tomar decisiones por otros era algo necesario muchas veces.
—Maldita. —Se atrevió a hablarme. Su voz tan suave como siempre, con ese toque sencillo y tranquilo. La mirada oscura desprendía todo tipo de odio.
Me hice la desentendida. Pero no podía fingir sumisión, porque jamás lo había hecho.
— ¿Por qué? —Elevé una de mis cejas.
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Los juegos de una Traición.
Misteri / ThrillerMi vida nunca había sido perfecta. Nunca había tenido matices rosas ni momentos mágicos, todo siempre iba de la mano con una tormenta de caos que dominaba mi vida, y destruía la de quienes me rodeaban. Pero no me quejaba. Pero, no me quejaba. Siempr...