Los juegos de una Traición.

Capítulo 23 | L. S. H. C. S. E. A

Kapitel 23| L. S. H. C. S. E. A

Pok me conduce únicamente a mí a él castillo de bienvenida a los retoños de la mafia. Poco les importábamos a los cabecillas, la fiesta la hacían por hipocresía. En estos momentos de falsedad se movía era la astucia. Danzaba a nuestro alrededor mientras la muerte le tocaba una melodía deleitante.

Los señores Von Parker no están de humor con su primogénita. Lo agradecía. No los quería cerca de mí analizando cada uno de mis pasos porque los Von Parker no eran tontos.

Tanto mi madre como mi padre eran mentes de peso. Significativos en la mafia porque la astucia y la frialdad vivía en ellos.

Quizá la única falla de los señores Von Parker era su hija menor.

Felicite no era defectuosa, simplemente, a Felicite estaban dejándola explorar toda la crueldad y sadismo presentes en su pequeño cuerpo de infante de seis años.

Y si seguía tal como iba, Felicite podía ser una falla porque las reglas no deben romperse siempre, y por encima del deseo, debe estar el ingenio.

Y si estás en una mafia, y tu hijo no es potencia, no es lo que esperas, no es alguien digno de tu legado, y por el contrario es una falla, ¿Qué haces?

Luca Von Parker debería pensar en eso en vez de consentir sus caprichos de niña mimada y sádica.

«La mafia es la mafia, y en la mafia, la mafia pesa más que la familia » es una ley.

— ¿Todo bien, señorita? —La voz de Pok me saca de mis pensamientos y me hace darle una mirada curiosa.

Asiento mientras sus ojos me observan desde el retrovisor del auto. Ojos cálidos y fieles.

Me hacía pensar en Rin. Pok llevaba años trabajando para los Von Parker, ¿Sería el caso de Rin? La diferencia es que Pok solo era un escolta, un chófer, y Rin, aunque era las dos, también podía ser un mandamás por aquella mente tan brillante que parecía tener. Rin era un misterio, y todos los misterios son llamativos.

Sin dudas, los Sjøholt eran expertos en la mafia. Había un orden implantado por ellos, y aquellos lacayos que los seguían, debían estar a la altura.

Ignoro el teléfono porque Corine está escribiéndome. No me interesa responderle.

Aunque habíamos pasado por muchas cosas antes de irnos a Noruega, Corine seguía entre mis ojos. No con tanta desconfianza como antes.

Incluso, podía decir que no estaba desconfiando de nadie. Solo estaba prevenida ante cualquier acción o traición.

Pero Corine tenía un novio nuevo del que yo no sabía nada. Y no saber nada no me gustaba.

¿Quién era su novio y por qué no hizo nada aquella noche en dónde fue crucificada?

¿Era alguien de baja influencia?

¿Estaba en la mafia?

¿Por qué era secreto?

Eran preguntas que no tenían respuestas.

No. Eran preguntas que no me había interesado investigar, y eso estaba muy mal.

Estaba muy mal porque apostaba que un narcisista conocido sabía las respuestas. Por eso era un narcisista.

Y a veces los narcisistas merecen un golpe inesperado que los haga caer de un pedestal.

—Pok. —Llamé al hombre que tenía años trabajando para los Von Parker. De inmediato me observó, sus ojos luciendo curiosos e interesados en mi rostro.