Los juegos de una Traición.

Capítulo 10 | Ni tan santos, ni tan demonios

El aire se cierra en mis pulmones. Eso me ha tomado por sorpresa totalmente.

Abro mi boca para poder aspirar, y así poder comenzar a respirar. Siento como los ojos de Diederick están fijos en mí, incluso aunque yo esté viendo a Hidan, y Hidan esté viendo a Samael.

Hay cierto brillo de burla y malicia en la mirada azul de Hidan. Brilla con pasión y anhelo, como si por fin, hubiera algo interesante para él. Cómo si por fin pudiera destruir algo.

- ¿Y qué encontraste? -Samael es el primero en preguntar. Su voz serena se siente amenazante, pero al mismo tiempo tranquila.

Suena de una manera muy difícil de explicar, pero que todos hemos notado.

-Kol. Vete. -Diederick lo corre de una manera seca. El muchacho se pone de pies mientras asiente, lo veo perderse en la puerta, cerrándola con sumo cuidado y sumisión. - ¿Qué encontraron?

Hidan sonríe.

Lleva sus manos a su rostro, sus dedos acarician sus mejillas, luce como una total burla. Un reto. No sé qué pretende, pero es tan perceptible que hasta Alek aprieta su mandíbula mientras lo observa.

- ¿Vas a hablar o no? -Aquella pregunta tan altiva proviene de Samael. Hidan eleva una de sus cejas y es notoria la manera en como su sonrisa desprende malicia.

- ¿Qué encontraste? -Pregunto yo, haciendo que me observe. Siento que entre él y Samael hay un secreto que por lo momentos se siente a voces, aunque nadie sabe el porqué.

Siento como Hidan parece querer jugar con la paciencia de Samael, y como Samael parece retarlo con su actitud y pregunta.

-La pregunta importante es cómo pudiste hackear ese teléfono. -La pregunta es de Etzan. Une sus manos acercando su pecho al borde de la mesa.

-Tú eres muy bueno en la arena ¿Verdad? -Le pregunta el pelirrojo con burla. -Pues, Lene y Eren son muy buenos con la tecnología.

-Pero ese teléfono jamás apareció. -Le digo.

- ¿Y no pensaste en cómo hackearlo? ¿O siquiera en hackearlo? -Diederick suelta un bufido irónico. -Yo de los Von Parker escuchaba maravillas, pero tú me has decepcionado desde que pusiste un pie en el castillo.

» La Lucielle Von Parker de la que tanto se habla, es tan distinta a lo que veo... Que hasta yo mismo siento vergüenza. Eres descuidada en este territorio, no quiero imaginarte en el tuyo. Dejas pasar muchísimas cosas por alto, pero al mismo tiempo pareces analizar todo lo que te rodea. ¿Qué analizas?

Se acerca a mí, queda un paso al frente. Su altura es muy notable, debo elevar la vista, y lo hago. No me intimido por él, pero tampoco le contradigo. Siento que tiene razón.

-Presiento que lo único que analizas es quién mató a Evan. No más allá del cómo, ni porque, ni nada que le rodee. -Sus ojos grises son muy claros, demasiado. Es como una mirada irreal que intimida totalmente. O al menos lo siento así, porque siento sus palabras como dagas, cortando cada parte de mí. -Acabamos de hablar que en las mafias siempre hay dos caras. ¿Conociste aquella cara que Evan le enseñaba a los demás?

-Basta, Derick. -Hidan es el único que habla. Su hermano cierra la boca. -No quites la imagen que tiene del amor de su vida. No todos somos perfectos, y no todos nos demostramos como realmente somos a todos.

- ¿Entonces por qué en vez de darme charlas no te pones a decir que encontraste en el teléfono? -Su hermano se gira hasta él. -Déjate de mierdas, Hidan. El maldito mundo real es este, no otro. Deja de vivir en sueños y recuerdos, y tú también. -Me observa.