Capítulo 78 | Impacto

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Kapitel 78 | Påverkan


Salí desde donde me encontraba, volviendo a la línea de fuego que por cortos segundos cesó. Como lo supuse, había un helicóptero sobre las vigas de metal de dónde descendían hombres de forma experta. No me quedé mucho tiempo para observar u analizar, corrí en dirección a los pasillos del Mörkdöd incluso aunque fuera Kang uno de los que estuviera descendiendo del helicóptero.

El recuerdo de nosotros en el castillo antes de mí llegada al Mörkdöd llegó a mi mente como una punzada inquebrantable eliminando todo rastro de tristeza y pesar debido a lo que minutos atrás había hecho con mi madre.

No podía darme el lujo de sufrir, de llorar y de derrumbarme. Así no iba a ganar. Además, de por sí, las cosas estaban lo suficientemente tensas como para que yo antepusiera mis sentimientos a mis pensamientos.

Me encaminé por los pasillos con el arma en la mano, mi visión se deslizaba por cada rincón y mi índice detonaba las balas en dirección a quien se encontraba en mi contra. Parecía un patrón constante al cual me había adaptado, lo cual era necesario.

No podía dejarlo escapar porque era capaz de esconderse en cualquier cañería, o capaz de vivir en la cima más alta con un disfraz al cual pudiera adaptarse para sobrevivir. Lo había dominado una vez, no lo dominaría dos porque no cometería el error de dejarlo escapar, incluso si debía morir con él, moriríamos los dos, pero Lyzander no podía salir del Mörkdöd porque si salía, tarde o temprano la partida se acabaría para mí y para todos los que me rodeaban.

Mi familia peligraba si él se mantenía con vida, y de por sí, cuándo el mundo se enterara la situación de alarma que vivía Suecia, mi apellido estaría en la mira tanto de la mafia global, como de los entes gubernamentales internacionales que ficharían mi nombre como una terrorista genocida.

Así que al menos, debía corregir una situación antes de embarcarme en la segunda.

Mis pies se detuvieron por inercia cuando frente a mí se encontraba cada Hodwerdflez vivo, frente a frente y con la arrogancia viva en sus facciones. Sin embargo, no eran las únicas figuras presentes en la habitación. Timothy Magnusson se mantenía también, al igual que su hijo; Wesland.

Miré divertida a los hombres frente a mí, la situación sin dudas era graciosa. Siempre aposté a que jugaban a los dos bandos para nunca perder la cima en la que se encontraban a causa de decisiones como mantenerse al lado de un hijo de puta con visión. Porque lo era.

Admitía que Lyzander era un desgraciado que tenía visiones claras y manos aptas para partidas necesarias, pero no por eso lo admiraba. Había sido decadente en arrastrar a más personas a parte de Octavious a su propia venganza.

En el momento en el que los ojos de Lyzander se encontraron con los míos, un tipo de paciencia se instaló en mi interior, haciéndome sonreír y deslizarme con lentitud hasta una posición adecuada que me otorgaba la ventaja de no perder ningún detalle, y de integrarme al altercado futuro que iniciaría en cualquier momento.

—Destilas mucha calma. —Mencionó suavemente sin apartar sus ojos verdes de mí. Ojos que no poseía, pero que habían sido su primer disfraz. Había adoptado el papel de Zylas como un mentiroso nato, lo cual funcionó para poder confundir a todos a su alrededor. — ¿Tanto te gusta jugar?

No estaba a mi favor la situación en la habitación tampoco, pero no se sentía como un problema.

— ¿Sientes que te temo? —Fue lo que salió de mis labios con una tranquilidad que no debía sentir, pero que abarcaba cada espacio de mi mente.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora