Capítulo 84 Yo no soy el malo de la historia

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Kapitel 84 | Jag är inte skurken i berättelsen



— ¿No está siendo lo suficientemente cuidadosa? —Me habló uno de los hombres de Evan mirándome con cierto reproche mientras examinaba mi pierna. Dolía al simple toque y la sangre que corría de ella era de un intenso color vino. —Luce muy mal.

—Y para que no luzca mal estás aquí. —Reproché observando la sangre correr y manchar la mesa en la que me encontraba mientras la avioneta privada buscaba salir de Japón incluso aunque nuestro tiempo era contado. Si mandaban la avioneta abajo... —Nadie te está pagando para que hables, te están pagando para ejercer.

Se mantuvo neutral incluso aunque en su mirar cansado podía ver que quería replicarme. Elevé mi mentón en su dirección observando con más desafío sus ojos teniendo presente que todo el que rodeaba a Lyzander era un adulto o un anciano. No confiaba lo suficiente en las nuevas generaciones, no confiaba en nadie que representara en cualquier momento un cambio en sus planes.

Limpió con más fuerza de la necesaria y comenzó a coser mi piel incluso cuándo la anestesia todavía no había hecho el efecto. Quería maldecirlo y maldecir a toda su generación porque dolía, pero solo me enfoqué en mirarlo y no emitir ningún sonido de dolor. Yo no era una persona débil, por lo que jamás iba a dejarme ver así. Sentí mis propias uñas lastimar las palmas de mis manos mientras únicamente lo veía sabiendo que su rostro y su nombre no se irían de mi cabeza hasta que él fuera un muerto. Le haría llegar sus extremidades a su familia cada día hasta que pudieran armar su cuerpo completo nuevamente.

—Su padre está infiltrado personal en este territorio en estos momentos. —Habló el doctor que atendía a Evan, logrando ponerme más alerta a ellos mientras fingía que no. —Tiene decidido mandar una advertencia a la mafia japonesa.

— ¿Qué? —Habló Samael desde su puesto mientras cruzado de brazos le daba una mirada déspota.

Sabía lo que pasaba por su mente.

Jamás había podido infiltrarse en Japón, pero ahora que lo habíamos hecho nosotros, lo había logrado.

Inhalé hondo sintiendo el persistente dolor en mi piel mientras me cosían. Sillian todavía se encontraba desmayado pero muy lejos de nosotros era atendido por dos mujeres que se mantenían en un completo silencio mientras sacaban algunas balas de su abdomen. La insistente necesidad de saber qué hacían me abarcaba porque había muchísima sangre debajo de él, incluso quería saber quién se había atrevido a ser tan bestia como para herirlo de gravedad cuándo la primera orden era no herirlo porque se le necesitaba vivo.

—Tu padre tiene puros inútiles a su servicio. —Hablé en voz alta dándole al médico que me atendía un empujón mientras tomaba la aguja y suspiraba con pesadez terminando yo misma de coserme sintiendo que me iría mejor si lo hacía yo. — ¿Quiénes son estos imbéciles?

—Le recomiendo no decir más, señorita Lucielle.

—Cállate. —Hablaron Samael y Evan a la vez con un tono de fastidio haciéndome sonreírle al doctor mientras él fruncía el entrecejo arrugado que tenía. —Pawel, realmente necesito que hagas silencio. —Siguió hablando Evan.

Lucía demasiado tranquilo para alguien en su escenario. Parecía poner en orden sus pensamientos, incluso podía apostar que estaba perdido en eso. La situación completa era un ambiente desesperante y simplemente podía callar.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora