Capítulo 47 | El cazador ¿Es realmente el cazador?

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Kapitel 47 | Jägaren Är det verkligen jägaren?


Agosto 05, 2013

Mirarme en el espejo de la habitación de la que no había salido en días era caótico. No era yo. Era solo... Un espejismo nefasto y vacío.

Parecía una persona que ya no se soportaba ni a sí misma.

Me miré el abdomen vendado y bufé una respiración de desgracia.

Ahogué un grito de frustración y con un impulso que no pude controlar mi cabeza se movió con fuerza contra el espejo chocando con violencia, provocando que el golpe resonara en mi cabeza mientras los cristales caían en el piso con una potencia extrema que taladró mis oídos. Eso produjo que me tambaleara y que mis propios pies se enredaran al no poder sostenerme más producto del mareo.

La puerta se abrió y una figura masculina entró por ella con una preocupación notable mientras corría hasta donde me encontraba yo para sostenerme en sus brazos y evitar que cayera.

El llanto salió y no lo pude evitar. La frustración en mí era algo que no podía controlar. Había fallado. Había fallado y la telaraña ahora era peor.

Samael...

—Joder, cálmate. ¡¿Estás loca o qué mierda te pasa?! —Maldecía Lucien mientras me sostenía entre sus brazos para llevarme a la cama. —Mira lo que te hiciste... ¿Cómo te vas a hacer eso?

— ¡Pero qué mierda! ¡Mi espejo! —Escuché el grito de Akatzi y luego los comentarios de frustración en francés que soltó mientras solo podía enfocarme en los aperlados ojos de Lucien que se mantenían sobre mí rostro mientras sus manos tocaban mi cuello.

—Akatzi, está hirviendo en fiebre.

— ¡No! ¡Está hirviendo en el maldito infierno al que la estoy mandando mentalmente! ¡¿Cómo me va a partir el espejo?! —Volvió a quejarse mientras yo sentía mi respiración cada vez más lenta. ¿Todavía estaba sedada?

¿Akatzi todavía seguía gritando o eso era un eco?

Los ojos se me llenaron de lágrimas y no pude evitar que salieran nuevamente. Débilmente mojaron mis mejillas mientras Akatzi también se acercaba.

Me miró enojado. El tipo era extraño. Era un diablillo que amaba sembrar caos, que tenía la confianza de una mano que dictaba el futuro de muchos, pero en su tiempo libre se dedicaba a la limpieza, las plantas y a qué todo luciera perfecto para tocar su Cello.

Le ordenó a Lucien tomando fuerza en su voz mientras parecía ladrarle con urgencia lo que necesitaba. Me dolía moverme, me dolía hablar, incluso respirar. Esta vez, la herida era más profunda. No era física. Al menos no del todo.

Rin entró a la habitación minutos después, observé su rostro con finos rasgos asiáticos mírame con curiosidad y un tinte de alarma mientras Akatzi se movía por la habitación colocándose unos guantes quirúrgicos mientras sentía como un líquido caliente se deslizaba lentamente por mi frente. Al lado de Rin, apareció una figura que tenía muchísimo sin ver, y ni la fuerza de su mirada, ni la perfección de su albinismo fueron suficiente para que me mantuviera despierta.

Al despertar me sentí ofendida de estar atada en la cama. Mis muñecas estaban atadas, pero nada más. La cabeza me dolía, el abdomen me dolía, todo me dolía, pero no me sentía confundida ni sedada. Solo respiraba como si me estuvieran utilizando de masa flexible mientras sentía como me desgarraban desde adentro. No dudé en soltarme haciendo uso de mi boca. Miré mi vestimenta, una simple camiseta masculina y solo bragas.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora