Capítulo 18| Evan y Samael

3.5K 426 97
                                    


Kapitel 18 | Evan och Samael.



Junio 20, 2013.

Ninguno de nosotros había hablado más. No nos hablábamos.

Ni siquiera nos mirábamos. Pero sabía que todos analizábamos todo. Esas miradas sátiras dejaban mucho para aspirar o murmurar.

Me mantengo golpeando el saco que está frente a mí. Sudo demasiado, pero he estado entrenando desde que me desperté, no puedo dormir. Pensamientos vagos se mantienen en mi cabeza de una maldita manera insistente.

Escucho pasos acercarse, pero no me giro. Sigo en mi entrenamiento, por más pesado que sea, si dejaba de entrenar, seria caótico para mí.

—Admito que es curioso verte en acción. —La voz de Hidan me hace detenerme y girarme hacia él.

Está con Rin.

Ambos vistiendo ropa deportiva negra. El asiático mucho más alto que él, mucho más acuerpado, relucía... Pero no relucía lo suficiente contra un Sjøholt.

El cabello cobrizo de Hidan era una maravilla contra esa piel clara. Lunares leves por su abdomen medio marcado, y sencillamente, aquellas facciones parecían ser demasiado.

Y lo admitía.

Aunque, en voz alta, jamás lo haría.

— ¿Por qué?

—Eres buena. ¿Te alistas para la matazón que se va a formar cuando vuelvan?

No le respondo. Y eso hace que sonría.

— ¿Peleamos? —Le pregunto en un jadeo.

Él sonríe maravillado. Algo muy notable, nada exagerado.

— ¿Sabes disparar con el arco? —Es lo que me responde.

Asiento de nuevo, eso para él parece ser el éxtasis.

—Hagamos un trato... —Deja la oración al aire, esperando una reacción mía que no le llega. Eso hace que sus cejas se eleven con un poco de desfachatez. Hidan muchas veces es demasiado expresivo.

Aunque muchas veces, no lo es.

Así que Hidan decide en que momento serlo, y en qué momento no.

» Tú, yo, dos dianas. El que gane, tiene vía libre de hacerle una pregunta al otro. Cualquiera. De cualquier tipo. —Eleva sus cejas, Rin lo observa sin mucho aprecio. Y es que, teniendo en cuenta quiénes éramos, la confianza de Hidan era algo estúpido.

Bastante estúpido.

—Acepto. —Sonrío.

Él me tiende su mano enguantada, y yo se la estrecho. Su mirada desprende astucia de una manera muy arrogante. Demasiado.

Eso me pone un poco alerta, aunque admito, me da cierto placer.

—Rin, ¿Puedes traernos dos dianas y dos arcos? —Le pide, pero no lo observa.

El asiático suelta un suspiro cansado. Niega lentamente, y se pierde. Sale de la arena con rapidez, dejándonos solos.

—Tus sirvientes son bastante confianzudos.

Él no responde.

Me enfoco en su vestimenta deportiva. Todo negro, excepto el mono deportivo, que tiene tres rayas blancas a los laterales.

Hidan era demasiado diferente a Diederick. Pero no por eso menos atractivo. Al ver a ambos Sjøholt, sencillamente elegir a uno era algo que lucía totalmente imposible.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora