|EXTRA| UNA LUZ FINGIENDO SER OSCURIDAD

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Evan Gavrell Hodwerdflez nació como primogénito de una de las familias más influyentes en la mafia sueca, desde su nacimiento siendo el foco de importantes cabecillas que pensando en conveniencias futuras esperaban alianzas de matrimonios con alguna de sus hijas.

Los primeros años de su vida fue un niño silencioso, la mafia era parte de él, y como ese era su pensar con pequeños años sabía que debía adaptar la mafia a él y no adaptarse él a la mafia. Su madre lo amaba, pero amaba aún más los viajes, las joyas y las fiestas que pudiera dar por el mundo con cualquiera de sus novios. Su madre era una de esas mujeres que vio la oportunidad perfecta de engatusar a un Hodwerdflez y contó con la suerte de dar al primogénito. Sin embargo, su madre fue una pieza constante en sus primeros años de vida porque su padre parecía inmerso en sus propios asuntos.

Constantemente le gustaba leer. Le gustaban tanto las historias de ficción, como las historietas, los libros educativos o simples leyendas urbanas. La lectura le encantaba, y desde niño, fue uno de los pasatiempos que más adoraba.

— ¡Tuviste un hijo con esa maldita desgraciada! —Gritó su madre, helándole la sangre. — ¡¿Crees que no lo sé?!

No quería escuchar una nueva discusión, pero le había llamado la atención el altercado, inicialmente porque su madre jamás gritaba. Además de ello, el contexto de la ira en su tono de voz le obligaba a quedarse.

—Deja de molestar, Anastasia. —Respondió su padre. —Luces mi apellido ¿No te basta?

— ¡¿Cómo te atreves a tener un maldito bastardo haciendo peligrar el futuro de Evan?! ¡Y lo tienes escondido desde hace años!

—No lo ves aquí, no has escuchado de nadie que yo tenga otro hijo ¿O sí? —Volvió a hablar su padre con voz tranquila. —Vete, estoy ocupado.

— ¿Qué estás haciendo? —Susurró Zylas sorprendiéndolo. Era la mano derecha de su padre y el único amigo que él tenía. No podía en ningún momento mostrarse como un infante incluso aunque lo fuera, pero con Zylas tenía esa libertad. Jamás lo criticaba y siempre lo ayudaba. — ¿Tus padres están discutiendo?

Suavemente asintió todavía con el oído en la puerta mientras su madre volvía a gritar que el prestigio que por años había tenido la familia se había ido por la borda debido a que había tenido la maldita polla caliente dejando un nuevo heredero. La respuesta de su padre lo sorprendió.

—No hay cabida para un bastardo en el apellido Hodwerdflez.

— ¿Tienes un hermano? —Preguntó Zylas mirándolo con atención, escuchando también. Zylas era la persona más genial que conocía en la casa, incluso más que sus padres. Respetaba a sus padres, pero... No le agradaban. —Tu madre está...

—Pidiendo que lo maten. —Terminó Evan por él abriendo la puerta de par en par, sorprendiendo a Zylas que inmediatamente intentó detenerlo, pero era algo que ya no valía de nada. Sus padres ya lo habían visto y él se encaminaba en dirección a ellos con los ojos fijos en ambos.

—Evan, cariño... Mi vida, ¿Qué haces despierto? —Preguntó su madre acercándose a él. Sutilmente la evadió, tomando aire de forma discreta sin despegar los ojos de su padre.

Tenían los ojos del mismo azul, la piel del mismo color y el cabello azabache totalmente lacio. Por lo que sabía, todos sus antepasados tenían las mismas características, excepto la abuela.

Los juegos de una Traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora