—Es en serio, Nathan —le espeté mientras él preparaba café, parado en la cocina.
Yo ya estaba sentada en la silla frente a la mesa aún en pijama, esperando que él trajera mi café. Mordiéndome las uñas, abrazada a mis piernas desnudas y sin dejar de pensar en lo que vi por la madrugada. Se volteó para hablarme y fue inevitable ver que llevaba el pantalón pijama más bajo de lo normal.
—Ali, estás bajo mucha presión. Hemos vuelvo a Hills Town después de una despedida y esta noticia te tiene abrumada —repitió y revoleé los ojos, fastidiada.
—Nathan, yo sé lo que vi. Renata también lo vio y no hay manera de que Elías le haya podido dar el cristal de otra forma. Si Reni lo inventó, ¿de dónde sacó el cristal? Si en realidad lo imaginé todo, ¿por qué hay cosas que Elías dijo que estaban en el libro si aún yo no lo había leído? —pregunté y me miró algo confundido de esa última oración.
—Espera, ¿qué? —Se sentó frente a mí y dejó ambos cafés en la mesa mientras yo me pasaba la mano por el cabello para explicarle.
—Elías ayer dijo muchas cosas sobre viajar. Como que no podemos estar más de una hora o que tenemos que tener contacto físico. Yo no había leído eso en el libro, lo vi recién hace unos minutos. Si fue un sueño, ¿cómo hizo mi mente para imaginar que Elías me decía algo que es real pero yo no sabía? —interrogué y lo vi pensar.
—Tal vez fue una visión —comentó con naturalidad. Fruncí mi ceño y abrí los ojos, totalmente en desacuerdo.
—Nathan, hace más de un año y medio que no tenemos magia. No fue una visión. Dios, me siento como hace tres años cuando me tratabas de loca —le espeté y lo vi sonreír por lo bajo.
—Escucha, tranquilízate y bebe el café —pidió con ternura extendiéndome la mano para que la tomara sobre la mesa—. Mañana hablaremos con el resto y podremos analizar todo bien. Esta noche es el cumpleaños de Renata y nadie quiere que estemos abrumados por esto. ¿Si?
Hice una mueca porque sabía que tenía razón. Me acarició la mano y me dio una sonrisa para que lo siguiera. Sonreí sin poder evitarlo y asentí con la cabeza.
—Está bien —acepté mirándolo fijamente.
No hubo mucho que hacer por la tarde, de hecho, no hicimos nada. Nos quedamos acostados y a la hora del almuerzo, Nathan dijo que iría a comprar algo para comer. Le dije que tenía frío como para salir así que me acurruqué en el sofá con el libro de magia que había comenzado por la noche y continué en la mañana.
Había tanta información, teorías e incluso cuentas matemáticas sobre el tiempo. Pero yo era tan mala para esos cálculos que ni siquiera intenté deducirlas. Luego debería darle el libro a Nathan para que me explicara algunas de esas fórmulas.
Cuando se hicieron las seis Nathan entró a ducharse, mientras yo buscaba la ropa que había llevado exclusivamente para los dieciséis de Renata. Él se vistió mientras yo me duchaba y salí luego de un rato para maquillarme.
—¿Esto está bien? —preguntó volteándose a mi mientras quitaba la toalla de mi cuerpo y la envolvía en mi cabello.
Lo observé y me mordí al labio al verlo vestido con un traje negro. Me recordó el baile de graduación y no pude evitar remontarme en ese día. Su cabello estaba algo peinado a los lados pero no arriba y desde allí podía oler su perfume.
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Controversia (Saga completa)
FantasíaAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...