Cap.42 "Celos, querida".

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Su rostro palideció cuando escuchó mi pregunta. Dejó de morderse las uñas y su mano cayó sin vida al lado de su cuerpo. Se mojó los labios sin saber que decir y se corrió el cabello de la cara un poco nerviosa.

—¿Que hay entre Augusto y yo? —preguntó haciéndose la tonta y afilé la mirada.

—También tuve tu edad y también le oculté esto a mi hermano mayor, porque no quería hablar de chicos con el. Pero yo no sabía que tenía una hermana mayor, tu si sabes que la tienes. Y tienes varias —le hice saber, refiriéndome a mi, a Irina y a Tessa.

Ella asintió con la cabeza, como si se sintiera culpable de no habernos contado esto antes. Si es que ellas no sabían aún.

—¿Puedo contártelo? —preguntó con miedo y le sonreí con dulzura.

—Para eso estoy aquí. —Asentí con la cabeza. Ella se mordió el labio, dudando y observó a sus lados, esperando que no hubiese nadie. Observó mi cabello ya seco pero despeinado por la reciente ducha y sonrió.

—Pero no puedes tener el cabello así en tu cumpleaños. ¿Que te parece si vamos a mi habitación y te arreglo? —preguntó esperanzada, mirándome con algo en sus ojos. Entendí que no quería hablar esto aquí, donde ya sabíamos bien que las paredes escuchaban, o incluso alguien podía aparecer.

O peor, llegar el resto de los Clarke, incluyendo Augusto.

—Claro —dije cuando pude. Ella tomó mi mano y me arrastró escaleras arriba. Entramos en su habitación y me hizo sentarme frente a un espejo de tocador que no recordaba que estaba alli.

—Noel y Cato lo hicieron para mi. —Sonreí cuando observé lo bien hecho que estaba. Tomó el peine y comenzó pasármelo por el cabello en silencio. Entendí que estaba intentando posponer el tema, pero yo no era tan tonta.

—Reni, habla de una vez. —Le sonreí, tratando de darle fuerzas para hablar. Ella soltó un suspiro junto a una sonrisa nerviosa.

—Creo que me gusta. —Le sonreí sin mostrar dientes. —No sé, él siempre fue como mi hermano mayor. Como mi mejor amigo. Es extraño esto. —Negó con la cabeza mientras la veía conectar algo a un enchufe. La observe y pude ver la plancha de cabello en su mano.

—Pero... ¿siempre te sentiste así? —Ella negó con la cabeza mientras tomaba algunos mechones de mi cabello. Yo simplemente observaba su rostro, a través del espejo, intentando adivinar más.

—No —dijo triste—. Todo empezó cuando cuando Elias llegó, el de alguna forma nos unió. Siempre estábamos haciendo cosas juntos. El se había dado cuenta que me gustaba Augusto e intentaba hacer cosas para dejarnos solos todo el tiempo. —Sonrió. —Entonces murió y estuvimos un par de días sin hablarnos. De a poco volvimos a la normalidad y a ser nosotros mismos. Pero entonces Danali llegó. —Me petrifiqué en mi lugar. Aún recuerdo su reacción cuando la pelirroja hizo presencia en la sala por primera vez.

No quieres saber. Yo que tú no iría.

—¿Que sucedió con ella? —la animé a hablar porque la idea horrible que se formaba en mi cabeza no me gustaba para nada.

—Ella lo tentó —dijo triste. Mi corazón se detuvo en un segundo y la observé detenidamente sin aire. Me miró y sonrió un poco. —A besarlo —aclaró y sentí que mi alma volvía a mi cuerpo.

No es como que fuese algo menor, seguía siendo algo malo. Pero al menos, la estúpida no había corrompido al pobre Augusto. Sin embargo, Renata ya estaba grande para saber sobre ese tema. Y rodeada de tantos adolescentes mas grandes que ella, supuse que Bernarda ya habría tenido esa conversación de información sexual con ella.

Controversia (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora