Cap.24 "Uno menos, faltan cuatro."

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Después de unos cinco minutos en los que Cato y Nathan revisaron que ninguno tenga golpes o lesiones graves, nos dimos cuenta que solo la muñeca de Irina estaba levemente torcida, donde colocaron una pequeña venda blanca.

No me di cuenta en que momento había desaparecido del jardín, pero Renata apareció por la puerta con Jade detrás de ella.

Cato sostuvo a Elias y le pidió que se arrodillara en el suelo. El, miró a su alrededor, sin entender que sucedía, cuando su mirada se cruzó con los ojos de Nathan, que amenazaban que debía obedecer, el lo hizo.

—¿Quien eres? —le preguntó Jade con una voz dulce, parándose justo frente a él, donde sus caras estaban a la misma altura.

—Me llamo Elias, mi poder es el control del tiempo. Huí de Reynaldo cuando me enteré que en realidad quería hacer un sacrificio, no un ritual —habló con un tono de voz que a mi parecer era sincero.

Jade lo miró a Cato, y el asintió con la cabeza, indicándole quien sabe qué. Ella se acercó a él, colocó su mano en su mejilla y agudizó sus ojos en el.

Me recordó la vez que la conocí y había hecho lo mismo conmigo, cuando yo aún no sabía que tenían poderes, aunque aún no tenía la más mínima idea de cual era el poder de la niña.

Todos mirábamos la extraña escena frente a nosotros. Bueno, extraña para mi pero seguro era algo normal para todos ellos.

Ella dejó de fruncir el ceño, le sonrió y quitó la mano de su rostro.

—Si, es cierto —habló ella y ahora miró hacia arriba para vernos a nosotros—. Dice la verdad, es él.

—Bienvenido a tu casa —Noel levantó la mano en alto y Elias la chocó sonriente.

—Uno menos, faltan cuatro —oí la voz de Ulises en algún lugar.

Uh hombre, esto iba a ser difícil.

**

Cerré mi casillero con una fuerza innecesaria. Un par de alumnos allí voltearon asustados a mi. Algún día la puerta saldría volando y tendría que llevar todo lo que está allí dentro en mi mochila hasta que alguien le colocara la puerta otra vez o me dieran uno nuevo.

Me sentía cansada y mi cuerpo dolía. Había estado todo el domingo tirada en la cama intentando que mis músculos se relajaran luego del ataque del sábado por la tarde.

Renzo decidió abandonarme por el día entero, reuniéndose con sus amigos de la escuela para jugar quien sabe que.

Mi cabeza había aprovechado para formular millones de preguntas para hacerle a Nathan, las cuales me había dicho que contestaría otro día porque tenían que instalar a Elias en la casa de Bernarda. Aún así, se ofreció a llevarme a casa, lo que agradecí en voz alta porque mis piernas se sentían como dos chicles masticados durante una hora.

Caminé hacia mi primera clase, extrañamente temprano, donde se suponía que bombardearía a Nathan con las preguntas que había generado mi mente.

Entré en el aula, pero no lo vi en su asiento.

Caminé frustrada hacia el mío, y me senté allí. Dejé mi mochila en el suelo y me recosté sobre la mesa. Vi algunos alumnos entrar, incluso a Aisha que me saludó con la mano. Le di una sonrisa y cerré los ojos, esperando que el apareciera antes que la profesora, pero no fue así.

Controversia (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora