—¡Irina, ya vámonos! —gritó Noel desde la puerta.
Cato y yo estábamos sentados en el sofá, mirando una película que Augusto miraba totalmente aburrido. Aunque él tenía ropa de dormir y nosotros teníamos camisas y jeans de salir. Al igual que Noel, solo que él estaba parado junto a la puerta, moviendo su pie impacientemente.
—¡Ya voy! —respondió Irina desde su cuarto o el baño quizá.
Llevábamos unos diez minutos esperándola en la sala. Lo cual era gracioso, porque ella fue la primera en decir que nadie se demore más de lo necesario. Aunque ya estábamos llegando tarde, no hacía diferencia.
—¿Creen que debimos comprarle un regalo a Charlotte? —preguntó Cato girando su cabeza hacia nosotros desde la puerta.
—No hay nada que podamos comprarle que no tenga ya —respondí encogiéndome de hombros, recordando que era una chica de mucho dinero.
—Podrías regalarle preservativos. Al menos saldrías ganando algo de eso —bromeó Augusto, refiriéndose a que Charlotte estaría dispuesta a usarlos con Noel.
Los tres en el sofá nos reímos de su chiste aunque Noel revoleó los ojos. Era un chiste que él haría pero no le causó gracia que alguien lo hiciera sobre él.
—¿Qué van a hacer ustedes esta noche? —preguntó Cato a Augusto y giré mi cabeza hacia él para observarlo.
—No lo sé, estoy esperando que Ulises termine de ducharse para jugar una partida de videojuegos —explicó él, encogiéndose de hombros.
—Incluyan a Renata. No debe ser muy divertido para ella no tener nadie con quien hacer algo los sábados por la noche —le pidió Cato.
—Si, Augusto —intervine con una sonrisa divertida y ambos me miraron—. Inclúyanla, seguramente no tiene a nadie con quien hacer algo —inquirí refiriéndome a él.
Cato levantó una ceja sin entender qué diablos me pasaba pero Augusto afiló sus ojos en mi, diciendo con eso que debía callarme. Y lo haría, solo porque prometí hacerlo. Yo no era un idiota y sabía que esos dos no habían dejado de besarse en secreto. Pero creía que si lo asustaba un poco con la idea, serían más cuidadosos.
O quizá estaba equivocado y Renata me había dicho la verdad. Quizá ella si estaba enamorada de Augusto y él de ella, tal como pude ver esa noche. Pero no se habían vuelvo a besar luego de esa primera vez, porque yo los descubrí. Y si yo lo hice, lo podía hacer cualquiera.
—Ya estoy lista —dijo Irina, bajando las escaleras por fin mientras sus tacones resonaban en la madera.
—Al fin —gruñó Cato y nos levantamos al mismo tiempo.
Caminamos hacia la puerta para irnos de una buena vez. Bernarda estaba terminando de cocinar algo, seguramente todos comerían juntos antes de irse a dormir.
—Oye, Augusto —lo llamó Irina antes de que todos saliéramos de la casa—. Renata quiere hablar contigo, está en mi cuarto.
Augusto movió sus ojos de su hermana hacia mi. Ladeé apenas mi cabeza y levanté un poco las cejas, sutilmente, queriendo decirle que tuviese cuidado con lo que fuese que iba a hacer.
—Claro —dijo él con una pequeña sonrisa suave—. Ya váyanse o van a llegar más tarde.
—Avisa si sucede algo —le dijo Noel saliendo de la casa y los tres lo seguimos.
Caminamos por las calles de Hills Town durante unos veinte minutos hasta que llegamos a la casa de Charlotte. Había mucha gente rondando por todos lados, era sábado y aún no eran las once, así que los adolescentes disfrutaban su noche de fin de semana.
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Controversia (Saga completa)
FantasíaAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...