Controversia (Saga completa)

Cap.32 "Voy a decirte toda la verdad".

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¿Alguna vez han notado que algunas piezas de los rompecabezas parecen encajar perfectamente cuando las ves? A simple vista, se ven iguales. Tienen los mismos matices de colores y uno tiene el hueco perfecto para el corte del otro, pero cuando intentas unirlos, son tan distintos. Y piensas... ¿es posible que de lejos parecían tan iguales? ¿Es posible que no vieras lo distintos que eran? ¿Era mi relación con Nathan un rompecabezas?

Suspiré frustrada, dándome cuenta que estaba llevando un supuesto entretenimiento a ser algo que me hacía pensar en estupideces.

—Ali, llevas media hora mirando esas dos fichas. No encajan de ninguna manera. —Renata se rio y me la quitó de las manos.

—Si, el que lo ve de afuera se da cuenta. —Admití, volviendo a compararlo con mi vida amorosa.

—¿Que? —preguntó ella confundida y negué con la cabeza riéndome para que no pensara que estaba loca.

—Nada. —Ella las colocó en donde estaban todas las fichas de color azul y volvió a separar los bordes.

—Ya me aburrí. —Jade se desplomó sobre las piezas que aun faltaban colocar. —Quiero ver televisión. —Me pidió con la cara apoyada en la mesa. Le había dicho que tendría que estar al menos dos horas alejada de una pantalla porque no era sano mirar televisión o jugar videojuegos todo el día.

—Esta bien. —Ya habían pasado mas de dos horas en las que se había bañado y habíamos intentado armar este rompecabezas de una orca gigante.

—¿En serio? —Levantó a cabeza y pude ver algunas piezas pegadas en su mejilla. Renata se rio y se las sacó de la cara.

—Si, vé.

La imaginé corriendo como una desquiciada como cuando recién la conocía, como cuando entré en la casa de Bernarda por primera vez y me arrastró por todas las habitaciones, haciéndome un tour. Pero lejos de mostrarme eso, sonrió diciendo "Gracias Ali", se levantó con cuidado y caminó hasta la sala. Suspiré mirándola y no pude creer que dentro de unos días, esa pequeña estaría en un avión directo a su ciudad otra vez.

—Te va a extrañar. —Volví mi vista a Renata y no pude evitar ver lo mismo de ella. Era una niña cuando la vi por primera vez, siempre había tenido ese aire de madurez pero era una pequeña. Ya era una adolescente y la sentí aun mas adulta cuando tomó mi mano y dio un apretón en ella. —Igual que yo. —Hasta su voz sonó mas adulta.

—Y yo a ustedes. —Le sonreí dulcemente.

Ella observó algo, mejor dicho alguien, detrás de mi y su sonrisa se borró rápidamente. Sus ojos se volvieron fríos y apartó su mano de la mía. Volteé y vi a Danali parada allí. Apoyada en el marco de la cocina con los brazos cruzados.

—Que momento tan emotivo. —Revolee los ojos y antes que pudiera mandarla al diablo, habló otra vez. —Tengo que hablar contigo. —Sonrió con malicia. Dí un pequeño vistazo a Reni, quien negó rápidamente con la cabeza, indicándome que hiciera caso omiso de lo que sea que iba a decirme.

Aún no entendía porque Renata siempre estaba allí para odiar a Danali junto a mi. El día que la conocí, al igual que ahora, tenía esa mirada de odio.

—¿Y se puede saber de que? —Me levanté de la silla y me puse a su altura. Ella se rió sonoramente y envidié lo sexy que sonaba.

—No puede oírlo una menor. —Movió su cabeza a un lado, refiriéndose a Renata. —Tiene contenido adulto, si sabes a lo que me refiero. —Guiñó un ojo y se dio la vuelta para subir las escaleras, pero antes volvió a mirar. —Ah, pero si tu también eres menor —dijo en un tono de voz que usarías para hablarle a un bebé—. Bueno, tendrás que enterarte igual. —Y esta vez, si subió.