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Cerré la puerta detrás de mi para dirigirme a la escuela. El sol en la mañana me recibió como una gran bofetada. El clima estaba cálido, la brisa era hermosa y el cielo estaba despejado de cualquier nube. Era un día hermoso.
Gruñí. Porque yo no estaba teniendo un día hermoso.
Por el contrario, estaba teniendo un día del asco. Era lunes y tenía que pisar la escuela y enfrentarme a mi castigo por huir de varias clases. Como dije, un día del asco. Como fue lo que restaba de mi viernes cuando huí de la casa de Bernarda, como lo fue todo el domingo encerrada.
A penas llegué a casa, me encerré el la ducha y agradecí que mi hermano no hubiese llegado de la escuela aun, porque no tenía ganas de que me viera así. Lloré un par de lagrimas involuntarias mientras me quitaba el sudor del cuerpo. Cuando salí me puse ropa limpia y pude relajarme un poco. Me vi en el espejo con mi ropa limpia. Tenía los labios secos, la nariz roja al igual que los ojos. Mi cabello goteaba agua por las puntas de mi cabello. Me veía tan patética y rota en este momento, y lo peor de todo, era que no sabia porqué, y me molestaba tanto no saberlo. Me dirigí a mi habitación, replanteándome que quizá era una estupidez lo que los Clarke me ocultaban, pero sea lo que fuera, no podían ocultármelo.
El viernes por la noche no salí de mi cuarto para comer. El sábado por la mañana di por obvio que Nathan no vendría a buscarme para el entrenamiento, así que apagué mi alarma y dormí hasta las dos de la tarde. Me negué a almorzar tampoco pero cuando fueron las ocho a mi hermano no le quedó otra que abrir la puerta, aun cuando dije que no quería comer. Me trajo un plato con tres porciones de pizza, diciendo que podía confiar en él para contarle cualquier cosa. El sabia que no quería contarle lo que sucedió pero claramente sabia que algo había pasado, de lo contrario yo no llevaría treinta horas consecutivas en mi cuarto.
El domingo es un recuerdo nulo y vago en mi mente, dormí más de lo necesario luego de ver un par de películas y obligar a Renzo a ir por un kilo de helado, el solo accedió porque le prometí darle un cuarto.
Esta mañana no me levantó de la manera brusca que siempre lo hacia, por el contrario, tocó mi puerta gritando que era lunes y debía ir al escuela.
Unos pajaritos cantando en un árbol cerca de mi casa me hicieron dejar de pensar en mi fin de semana y reaccionar que debía caminar a la escuela.
Renzo no venia conmigo ¿por qué? Al parecer, la vida no odiaba a mi hermano como a mi, y le habían avisado el viernes que hoy entrarían mas tarde ya que la profesora de su primera clase estaría ausente hoy.
—Aquí voy —dije en un hilo de voz que ni siquiera yo pude oír y me puse mis lentes oscuros.
Yo ya sabia que me veía terrible, no necesitaba que todos lo vieran y para peor, me lo recordaran. Ya podía imaginar a Bastian gritando "¡Oh por Dios, te ves terrible!" Y luego, preguntar que había pasado.
Caminé sin un poco de ganas hasta la escuela. Observé un poco la gente que caminaba y todos parecían estar de un extraño buen humor hoy. Bueno, no era tan extraño. No teníamos demasiados días de sol aquí y un día así, todos querrían salir s sentir un poco los rayos cálidos. Seguí caminando sumida en mis pensamientos.
Nathan...
Un suspiro se escapó de mis labios al recordar todo. Bah, como si en algún momento hubiese estado pensando en otra cosa.
¿Cómo estás? ¿Que estas haciendo? ¿Pensarás en mi?
Pateé una piedra que se interpuso en mi camino, sintiéndome estúpida por preocuparme por el, cuando en realidad, el debería estar pensando en mi, yo no había hecho nada malo.
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Controversia (Saga completa)
FantasiAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...