Especial de San Valentin

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14 de febrero, 2020.

Salí de la ducha mientras oía las voces de Noel y Jade gritando por el pasillo. Me pasé la toalla por el cabello y la envolví en mi cintura para salir del baño. Las puertas de los cuartos estaban cerradas, menos la mía que la había dejado abierta para poder entrar más rápido luego de salir. A Bernarda no le gustaba que paseáramos sin ropa por la casa, pero una vez que subiera la segunda escalera ya no debía haber más nadie en el último piso.

Subí y noté que Noel salía de su cuarto casi corriendo, lo miré extrañado y me sonrió divertido. Entré en mi cuarto, cerré la puerta y cuando volteé di un salto en mi lugar al ver a Jade saliendo de bajo de mi cama.

—Jade —le reclamé, porque iba a causarle un trauma de por vida si yo no me enteraba que ella estaba allí.

—Lo siento —dijo poniendo las manos en sus mejillas—, no sabía que estabas duchándote —explicó bajando la cabeza. Negué con la cabeza, le di una sonrisa para que no se sintiera mal y abrí la puerta para que saliera.

—Descuida, pero si vas a entrar, asegúrate que yo sepa que estás aquí —le hice saber despeinando su fleco recto. Ella se rio y salió corriendo fuera.

Cerré la puerta para poder cambiarme en paz. Me coloqué ropa, desodorante, perfume y peiné solo apenas mi cabello. La puerta de mi cuarto sonó y la abrí a los segundos porque estaba cerca.

—¿Qué pasa? —pregunté al ver a Augusto allí parado. Noté que tenía una rosa en la mano y no pude evitar sonreír. —Que romántico, pero ya tengo pareja de San Valentin —bromeé y lo vi afilar los ojos en mi.

—¿Me puedes ayudar? —preguntó da mala gana y me reí de mi propio chiste. Me hice a un lado y lo dejé pasar. Se sentó en mi cama y cerré la puerta, porque sabía a qué venía.

—¿Qué sucede? —pregunté solo para que hablara, porque en realidad ya sabía lo que buscaba. Me senté en la silla de mi escritorio para observarlo.

—¿Recuerdas que te hablé de esa chica? —comenzó y asentí con la cabeza—. Esta semana estuvimos saliendo casi toda la semana y... Bueno, en una hora iré a su casa y sus padres no van a estar...

Parpadeé un par de veces, porque eso no era algo que Augusto haría. Abrí un poco mi boca como si fuese a decir algo pero él notó que no estaba entendiendo.

—¿Quieres preservativos? —pregunté sin entender.

Aún veía a Augusto como un niño, porque siempre fue más pequeño que yo. Siempre se llevó muy bien con Noel porque ambos se la pasaban haciendo bromas juntos y a Augusto le gustaba sentirse parte de los más grandes. Pero sabía que recurriría a Cato o a mí en los momentos que necesitara ayuda más madura.

—Yo... Creo que si —dijo inseguro. Levanté una ceja y escudriñé su rostro, buscando por una respuesta más firme.

—¿Crees que si? ¿O sea que no estás seguro si lo quieres? —pregunté indagando en el tema. Él soltó un suspiro al darse cuenta que yo no iba a dejar pasar por alto su miedo.

—Es que... Creo que ella quiere que lo hagamos y...

—¿Y tú quieres hacerlo? —lo interrumpí. Él apretó los labios en una línea recta y supe lo que pasaba por su mente.

—Yo... No quiero perderla —respondió en un balbuceo.

—No fue lo que te pregunté —le recordé y lo vi hacer una mueca de que sabía que tenía razón.

Controversia (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora