El camino a casa había sido muy alocado, todos estaban cansados pero de la manera hiperactivos y alegres del grandioso día. Habíamos jugado dos veces más. Primero chicas contra chicos, donde ganaron ellos y luego a recoger la bandera, donde ganamos nosotras porque los chicos fueron muy tontos para salir corriendo a por ella en medio de la arena y fue muy fácil marcar a varios. Esta vez, Tessa y yo obligamos a Ulises a sentarse sobre Augusto y ella sobre mi. Era mucho menos incómodo para nosotras pero no para ellos.
—Dios, Ulises, por favor no pienses en Mila Kunis. No ahora —suplicó el, encorvado para no chocar su cabeza con el techo.
—No voy a ponerme duro. —Revoleó los ojos. —Al menos no con ustedes aquí.
Después del largo viaje, Cato estacionó frente a su casa. Mi celular no tenía batería pero podía suponer que eran aproximadamente las siete, ya que el sol se estaba yendo. Todos bajamos y vimos llegar a Nathan con Irina detrás de él. Mi hermana se había adelantado a Danali para subirse a su moto y pedirle a su hermano que la lleve como una niña pequeña, Nathan solo negó con la cabeza riéndose y se subió para conducir.
Nos adentramos en la casa, todos diciendo que tenían que darse un buen baño porque muchos teníamos pintura salpicada en la cara o en el cabello.
—Vamos a casa —me habló Renzo—, Irina irá dentro de un rato. Quiere hablar contigo. —Se encogió de hombros.
—¿No la habrás invitado a otra de tus "pijamadas de hermanos"? —Hice comillas con mis dedos. El revoleó los ojos.
Cuando Nathan desapareció ese tiempo de mi vida, una noche decidimos embriagarnos por completo. Renzo había tenido una discusión con Iris por teléfono. Irina había recordado la penosa historia de cómo huyó de su casa, y sabía que le daba más bronca que dolor, pero el alcohol la había puesto vulnerable. Y yo simplemente tomé de todas las botellas, esperando borrar la amargura que el nombre Nathan Clarke causaba en mi. Nos habíamos divertido mucho esa noche, a pesar que nos levantamos con una horrible resaca que duró varias duchas y aspirinas.
—No. —Se rio el, quizá recordando lo estupidos que nos veíamos los tres en nuestros pijamas, tirados sobre mantas en la sala, llorando por cosas inútiles. —Dijo que quiere hablar contigo sobre algo importante.
Mi aura de diversión desapareció, eliminando las imágenes de esa noche. Mis sentidos alerta despertaron y la busqué con la mirada en la sala, donde Bernarda les gritaba a todos que no tocaran nada hasta haberse duchado, pero ella no estaba allí.
¿Era sobre Greenwood? ¿Había averiguado algo más?
Mañana era el tan esperado día en el que seguiríamos a Nathan hasta Greenwood y teníamos que idear un plan infalible. Yo sabía que a esa criatura del diablo no se le escapaba nada de los ojos, mucho menos de la cabeza y teníamos que pensar todo muy bien.
Después de llegar a casa, Renzo como el caballero que era dejó que me duchara primero.
Nah, en realidad jugamos una carrera.
El me empujó contra los barrotes de la escalera. "Lenta." dijo y me sacó la lengua divertido y corrió hasta el baño pero antes que pudiese poner un pie dentro, mi mano tiró de su playera. "Tramposo." dije empujándolo y entrando. Me reí dentro del baño y pude oír su risa también en el pasillo. Quería golpearlo todo el tiempo y solía sacarme de quicio más que nadie, pero amaba tener a mi hermano allí para mi siempre que lo necesitara.
Comencé a pasarme las manos por el cuello, donde intentaba arrasar con las manchas de pintura, pero el recuerdo de su piel pegada a la mía voló a mi mente. Me había decidido a no pensar en eso, porque sabía que no le encontraría ni la más mínima explicación.
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Controversia (Saga completa)
FantasíaAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...