Cap.28 "Este es nuestro presente ahora".

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Durante el ajetreo del remolino volviendo a nuestro presente, una fuerza mayor nos obligó a soltarnos las manos. Solté la de Nathan y la de Irina, sin poder ver si el resto tuvo que hacerlo también o fui yo sola. Abrí los ojos después de unos largos segundos en los que sentía que era absorbida hacia atrás.

Observé hacia todos lados, intentando descifrar en dónde estaba. Pero rápidamente, reconocí que estaba en mi casa. Es decir, la casa de Irina, dónde yo vivía en Hills Town. Fruncí el ceño, sin entender muy bien qué hacía allí. Me giré en mi lugar, notando que estaba en mi cuarto de siempre. Se veía exactamente igual, pero había algunas cosas que no reconocía como mías.

Y entonces di con un espejo, para notar que mi cabello era rubio. Abrí los ojos totalmente espantada y luego fruncí el ceño, preguntándome si esa en el espejo era yo. Podía ver las raíces de mi cabello oscuro y luego de un par de centímetros, mi cabello caía en un color rubio dorado. Negué con la cabeza, sin entender qué pudo pasar por mi mente para convencerme de hacerme tal cosa en el cabello.

Salí del cuarto y me acerqué a la puerta del que era el cuarto de Renzo, el cual debía ser de Irina y Bastian, pero no parecía ser de nadie en este momento. Solo estaba su cama y un armario. No había ropa, ni objetos ni nada que indicara que alguien vivía allí.

¿Acaso vivo sola?

Bajé las escaleras, preguntándome si encontraría a alguien allí, pero no había nadie. La cocina estaba igual de vacía que la sala. Me pasé la mano por el cabello, sin entender cómo mi futuro terminaba en eso.

Salí de la casa casi cayéndome con los escalones del porche y comencé a caminar por las calles de Hills Town hacia la casa de Bernarda, donde esperaba encontrar a los Clarke. Y esperaba que si Elías no estaba allí, mínimo estuviesen todos ellos, porque no me estaba gustando este futuro. Es decir, este nuevo presente.

Llegué hasta el Café de Stan y noté que Bastian salía de allí. Se veía tal cual lo recordaba la ultima vez que lo había visto, solo que no estaba vestido de traje, sino que tenía una chaqueta y jeans simples. Me sonrió cuando me vio y me acerqué para saludarlo, pero tomó mi rostro y besó mis labios sin ningún tipo de aviso previo. Me quedé quieta en mi lugar y se alejó luego de unos segundos.

—¿Qué haces afuera? Creí que habías dicho que dormirías hasta que tuvieses que entrar a trabajar —preguntó con una sonrisa confundida y señalando el Café de Stan, pero yo seguía en estado de shock porque Bastian me acababa de besar.

¿Trabajar? ¿Trabajo en el Café de Stan?

—Ali, ¿estás bien?

—Si —respondí al instante—, yo... iba a ir un rato a casa de Bernarda para ver cómo estaba —dije, esperando que Bernarda siguiera viviendo donde siempre.

Bastian asintió con la cabeza y acarició mi mejilla. Le di una sonrisa tranquilizadora pero en realidad estaba muerta de miedo. No entendía por qué mi presente había cambiado tanto sin la muerte de Elías.

—De acuerdo. Voy a visitar a Missy y luego volveré a casa. ¿Nos vemos luego, si? —preguntó y volvió a acercarse a mi. No tenía idea de quién era Missy, pero mientras se alejara de mi, bien.

—Si, claro —respondí involuntariamente y cerré los ojos, sin poder negarle un beso porque al parecer, éramos novios.

—Te amo —saludó cuando pasó por mi lado y caminó lejos de mi.

—Si, yo... —comencé pero ya se había ido—. Creo que también —murmuré sin entender cómo habíamos terminado juntos.

Siempre había considerado a Bastian uno de los mejores candidatos para el puesto de noviazgo de cualquier chica. Era atento, compañero, gracioso y era muy atractivo. Pero como ya había dicho muchas veces, siempre habíamos sido amigos y solo eso. Jamás creí que algo pudiese pasar entre nosotros. Al menos, no mientras Nathan estuviese en mi mente.

Controversia (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora