El lunes por la mañana, la caminata fue a la escuela en total silencio. Ninguno llevaba su celular porque Bernarda los había puesto a todos en una caja. Noel fue inteligente y dijo que sus padres podían preocuparse por él, que siempre debía poder contestarles. Pero Bernarda supo responder a eso, diciendo que ella ya había hablado con todos nuestros padres y les contó lo sucedido. Obviamente, todos nuestros padres estuvieron de acuerdo en que nos quitaran los teléfonos. Y los videojuegos. Y las salidas. Básicamente, todo lo que un adolescente necesitaba para vivir.
—¿De verdad teníamos que venir hoy a la escuela? —preguntó Irina, en un quejido cansado.
—No nos queda de otra —respondí cuando Cato empujó la puerta para que entremos detrás de él.
Tal como nunca sucedía, la gente hablaba de nosotros. Pero no, no éramos populares de una buena forma. Seguro estábamos siendo vistos como los más extraños y peligrosos de toda la escuela. Muchas fiestas se habían hecho desde que comenzamos la secundaria, y aunque no habíamos ido a todas, sabíamos que nunca había ocurrido nada como esto.
Quizá ellos creían que no, pero mientras mis hermanos y yo caminábamos por los pasillos, podíamos oírlos. Al mismo tiempo y no con mucha claridad, pero podíamos oírlos.
"Oí que uno de ellos la asesinó". "Debió ser Irina, seguramente Emily se quería follar a uno de sus hermanos y la mató por celos". "Alguien dijo que les pagaron por matarla". "Seguro la mataron para comérsela". "Dicen que no es la primera vez que sucede". Y muchas, muchas cosas más.
Llegamos hasta el casillero de mi hermana, porque ella siempre era la única que necesitaba sacar cosas de allí. Soltamos un suspiro casi al unísono, porque la gente no dejaba de vernos. Era estresante que cada persona que pasaba junto a mi me mirara como si hubiese hecho algo malo. No tenía idea como la gente popular adoraba esa atención. A mi me estresaba, me perturbaba y me daba escalofríos que me acosaran con la mirada.
—¡Bueno, ¿y tú que tanto ves?! —espetó Noel de pronto a un chico del otro lado del pasillo.
Él cerró su casillero y se fue de allí prácticamente corriendo del miedo. Los tres miramos mal a Noel por haberlo asustado. La gente ya nos creía asesinos, no podíamos actuar como si lo fuésemos de verdad.
—Lo siento —se disculpó y se desplomó contra los casilleros con mucho ruido—, es que esto me exaspera.
—También a mi —confesé cuando un chico y una chica pasaron por allí y me miraron de arriba abajo.
—Dios, quiero desaparecer —gimió Irina, metiendo su cabeza dentro de su casillero.
—Oigan, la gente no va a recordar esto por siempre —intervino Cato, queriendo ser positivo. Los tres lo miramos como si estuviese equivocado y revoleó los ojos por nuestra falta de optimismo. —Sé que ahora es difícil, pero esto es muy reciente. Dejen que el tiempo pase y todo volverá a ser como antes.
—¿Tú crees? Porque yo digo que vayamos acostumbrándonos a ser unos marginados sociales —señalé.
Irina me miró con tristeza, porque no quería eso para ella. Noel asintió con la cabeza, resignado a que no le quedaba opción. Cato afiló sus ojos en mi, porque solo estaba derribando su idea de que todo volvería a la normalidad. Pero no era parte de mi ser optimista, yo era realista por sobre todas las cosas. Y si yo hubiese estado en una fiesta y un muerto hubiese aparecido, no me habría acercado nunca más.
Ni siquiera noté en que momento ya casi no había alumnos en el pasillo, estábamos algo lejos de la mayoría de las aulas y pronto sonaría el timbre.
—No estoy diciendo que la gente superará esto fácil, pero no creo que nos tengan miedo como tal. O al menos, eso es lo que espero —agregó encogiéndose de hombros.
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Controversia (Saga completa)
FantasiAlison Hock, arrastrada por su hermano a un pueblo desierto llamado Hills Town, comienza a vivir nuevas experiencias. Tras conocer a los hermanos Clarke, quienes despertarán una intriga en ella, se dispone a conocerlos mas de cerca. En el medio de t...