Cap.26 "¿Quién se ve pálido ahora?".

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La sangre corría por mis venas mas rápido de lo que podía sentir. Era la segunda vez que sentía que iba a morir, pero había una diferencia con la primera. Y es que esta vez, ya no tenía nada que perder.

Elias estaba muerto. Nathan no me amaba. Y todo lo que creí tener, se había esfumado. Mis ganas de vengarme desaparecieron, no me interesaba asesinar a mas nadie. Quería estar en mi casa, en la escuela, en casa de Bernarda, pero queriendo olvidar el impulso que me hizo actuar de esta manera. Sabía que el primer motivo era la muerte de Elias, pero tambien había furia por Nathan, que se sobreponía de vez en cuando sobre el dolor y ambas me daban sed de venganza. Los sentimientos que sus acciones habían provocado en mi se fusionaban para darme fuerza. Sentía que no podía ser debil por lo que había sucedido con ambos, no podía llorar por el corazón roto que Nathan había dejado, ni por la amistad incondicional que Elias y yo pudimos haber tenído.

Sin eso, ¿que me quedaba? ¿Por qué lucha uno cuando le han quitado todo? ¿Cuando te lo arrebataron frente a tus ojos? ¿Cuando no parece haber mas nada que nubes grises?

Ya no tenía motivos.

Nunca había sido una persona depresiva y la idea de suicidarme jamas había pasado por mi mente. Pero quizá alguien me estaba haciendo un favor. Alguien se encargaría de que deje de pensar en cosas que no tenían salida. Preguntas que no tenían respuesta. Desde que conozco a los Clarke estuve detrás de ellos, como una mosca dando vueltas sobre la mermelada, pidiendo respuestas y explicaciones que me merecía desde el principio, pero estaba cansada de exigirlas.

Nunca te has preguntado ¿que hubiese pasado si nunca los hubiese conocido? ¿si obedecía a Renzo a no acercarme? ¿sabría que tengo magia? ¿sabría que tengo una hermana? ¿Nathan habría aparecido en mi vida de alguna forma?

No pensé que esa persona que me librara de un pesar podía ser Reynaldo, pero el no lo hacía como un favor a mi, sino como venganza suya. El no me tenía en cuenta para nada, le importaba poco y nada mi miserable vida, pero cualquier cosa le servía para vengarse de Nathan, y por algún motivo, pensó que asesinarme le importaría.

—Siempre fuiste una Clarke dentro de ti, Alison. Tan terca y obstinada. —Se rio en mi oído.

No sabía en que momento de mi pequeña y depresiva reflexión, todos habían dejado de pelear pasa observar mi próxima muerte. El silencio fue sepulcral y solo se podía escuchar el viento de la noche. La luna iluminaba sobre nuestros rostros y cuerpos agitados, pero podía reflejar perfectamente las emociones de todos.

Los ojos de Nathan conectaron con lo míos. Tenía sangre en la nariz y chorreando de sus labios. No pude evitar asustarme por la diferencia de hace un rato, su rostro ahora se veían preocupado por mi. Por lo que sea que estaba por pasar o por lo que fuese que estaba por hacer. Tenía una posición de ataque que me dio un poco de seguridad, sabía que el podría matar a Reynaldo, pero estaba demasiado lejos para hacerlo antes que el pudiese cortar mi garganta si quisiera.

Como si los reclutas hubiesen escuchado lo que pensé, tomaron los brazos de los Clarke detrás de sus espaldas, inmovilizándolos por completo.

—¿Una ultima oración? —preguntó con voz ronca—, te ves un poco pálida —se burló. Tragué saliva, esperando no estar cometiendo una locura. Parpadeé buscando con la mirada algo que me ayudara. Y entonces conecté con ella.

Irina tenía lagrimas en los ojos, sus manos temblaban y sabía que su corazón latía casi tan fuerte como el mio. Tenía sangre en la nariz, raspones en las mejillas y parecía que pronto tendría un moretón en su ojo. Sus labios estaban apretados en una linea, como si no pudiese creer que esto estaba pasando. Algo tan inverosímil pero real, como que estaban por asesinar a su hermana frente a ella.

Controversia (Saga completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora