S.K!¡

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El bosque parecía ser el lugar conectado con el cielo en la tierra.
El río era cristalino, que traía agua pura y fresca a los distintos habitantes del bosque.

Era un lugar donde los animales vivían en paz, poniendo su destino en las manos del universo y el ciclo natural de la vida, nacer, vivir, reproducirse, morir, sin cazadores cercanos ni gente de maldad, solo gente mayor que había decidido vivir sus últimos años en vida en paz y siendo uno con el medio y la naturaleza alrededor.

El aire era fresco y no estaba contaminado como en donde había gran cantidad poblacional

También muchos monjes budistas iban al bosque a meditar, los cuales eran bien recibidos por la poca gente local, era el lugar cualquiera buscaría la paz.

Claro, hasta que el joven espadachín llegaba.
Persiguiendo conejos o patos cerca del río, el joven espadachín era como un tornado que podía ser un desastre, pero era un desastre alegre.
Y claro, al tener tan poca gente local, gente de bien y muy humilde, era bienvenido con lo poco que podían darle, comida caliente o refugio cuando lo necesitara, no era malo, solo desastroso, un desastroso confiable.

La tarde de agosto, donde el clima primaveral estaba en su auge y el sol calentaba sin agobiar, a la orilla del río,se encontraba el jovencito con un kimono rojo con una bufanda acompañante y una katana de plata, se encontraba bebiendo agua, había perseguido conejos todo el día, estaba exhausto y necesitaba descanzar, ese día había sido un buen entrenamiento, solo que le faltaba mucho por hace aún, quería pelear con un maestro de la katana longevo que residia en el bosque, debía encontrarlo, pero también debía practicar mucho para ganar.

Una pisadas en la tierra hacen que Kojiro despierte de sus pensamientos, mirando a la joven a pasos de él, de su misma edad, tomando agua en una cubeta para llevar a su hogar, rápidamente se levanta de su lugar y se separa para que no estuviera incómoda, llamando su atención.
-Oh...lo lamento, ¿Lo asusté? -dejando el balde, le dirige una pequeña reverencia, con mucho cuidado y modestia.
-¡Para nada! Y-yo ya debía irme, lo siento mucho señora, ¡Digo! Señorita...-le devuelve la reverencia, algo torpe, provocando una pequeña risa en la contraria.
-¿Es...es usted el joven que estuvo corriendo a los gallos el otro día?

En uno de los entrenamientos, había intentado imitar a los gallos de un gallinero cercano, viendo y analizando sus movimientos, terminando picoteado y siendo perseguido por una turba de gallos enojados por el intruso en su área, si, había sido el.

-¡N-no! Uff, ¿Qué loco querría estar encerrado con gallos? -reía de nerviosismo, rascando su cabeza, quería mostrarse fuerte frente a la dama, quien traía un kimono violeta con flores en él, con un decorado de flor en su pelo, le gustaban las flores, le daba un aire muy misterioso pero cómodo a la vez.
Mostraba un semblante tranquilo y servicial, de valores muy bien aprendidos.
Vivía en una casa cercana al río, con su padre, quien viajaba a la ciudad para traerle kimonos y accesorios, su hija era su orgullo y felicidad, la felicidad que ella misma transmitía a todo aquel que se le acercara.

-No se preocupe, lo ví todo junto a mi madre -amigablemente, lo analiza, notando bastantes heridas en su cuerpo, preocupándose por ello- ¿Está bien...? Venga conmigo, puedo ofrecerle comida y vendajes, tiene una herida en el pecho...
Era verdad, tenía una herida de forma lateral en su pecho, por el entrenamiento con sus compañeros y la katana, era reciente, de hacía unas horas, tenía hambre, no quería rechazar la propuesta realmente, pero el agarre de la mujer a su kimono para tirarlo y llevarlo con ella no lo deja responder.
-Dejame llevar eso, es suficiente con su servicialidad...-le quita, con cuidado, el balde de agua que, para su peso y altura, le estaba pesando bastante- ¡de verdad muchas gracias, señorita! ¡Juro no volver a correr a sus gallinas! -definitivamente era una bola de felicidad andante.

-¡Sasaki! ¡Quédate quieto! ¡Luego comes, ahora déjame curarte! -la señorita regañaba al joven frente a ella, que no paraba de moverse disfrutando el pan fresco que le había dado, debía desinfectar, chequear y vendar la herida del pecho, que era la...

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-¡Sasaki! ¡Quédate quieto! ¡Luego comes, ahora déjame curarte! -la señorita regañaba al joven frente a ella, que no paraba de moverse disfrutando el pan fresco que le había dado, debía desinfectar, chequear y vendar la herida del pecho, que era la que más le preocupa de todas, ya le había vendado un dedo y una rodilla, ¿Cómo alguien podía lastimarse tanto?
-¡Lo siento! ¡Este es el mejor pan que nunca probé! -traga un gran pedazo, sonriendole a la que estaba intentando curarlo.
Cuando lo logra, se sienta en la silla frente a el, cansada, y él contento como el solo, todavía comiendo, aunque pronto le ofrece un pedazo del pan, sonriente.
-¡Coma!
-Pero es para ti...
-¡que coma! -riendo, le mete un pedazo de pan a la boca, compartiendo la mitad de la comida con la señorita que le estaba brindando ayuda.
Había entrado rápidamente en confianza, y estaba contento en ese hogar y con ella, definitivamente no sería la última vez que entraría y estaría ahí.
Y si era necesario ser picoteado por los gallos del jardín para estar en la casa y con ella, lo haría sin pensarlo 2 veces.



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Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora