Beelzebub!¡ <scenarios>

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Dios, amo todo poderoso del cielo y de la tierra, había tenido 2 hermosos hijos.

Uno había bajado a la tierra para salvar a la humanidad de sus propios pecados, la otra, se había quedado en el cielo, entre los dioses, aprendiendo a ser una buena y responsable diosa.

Eran los orgullos de su padre.

¡Y con toda razón!

Uno estaba salvando a la mismísima humanidad con enseñanzas de su padre al pié de la letra, la otra, era toda una respetuosa y brillante mente que era la mano derecha de su padre, y la consentida del mismo, era su hijita más preciada, su única hija, ¿Cómo no amarla?

Y al ser tan brillante, misteriosa y exclusiva claro que había levantado la atención ante el objetivo inalcanzable que era, en especial, de los ángeles caídos y de los demonios del infierno.

En específico de uno, el mayor de todos ellos, el amo y señor de las moscas, ni más ni menos, que Beelzebub, el mismísimo ángel expulsado por su padre, y claro que no iba a desperdiciar ninguna oportunidad para hacerla caer con él, ojo por ojo.

Era más maligno de lo que se podía imaginar.

Tenía el corazón recubierto en negro y en maldad.

No le importaba en lo más mínimo el brillante y abierto corazón de la diosa, solo quería probar el sabor de la venganza, aquél dulce y jugoso sabor que necesitaba y deseaba desde hacía mucho.

Lo primero que tenía que hacer, en su plan, era conocerla, verla, tantear el terreno para saber su lado más débil con solo mirarla, por lo tanto, había esperado la oportunidad perfecta para aparecer entre las sombras.

Y la oportunidad había llegado en el casamiento de 2 arcángeles, en donde absolutamente todo el cielo (e invitados) estaban celebrando la dulce unión, en un lugar cerrado, bellísimo, y enorme, con bastantes columnas y escondites perfectos para los demonios que rondaban entre la felicidad de los divinos de Dios.

La hija del creador había sido la invitada estrella.

Luego de haber bailado, tomado y comido, se había sentado en una pila de almohadas en una esquina alejada, observar la felicidad y el amor que había entre las divinidades era una imagen inmaculada, le daba felicidad, además, sus pies dolían y quería descansar un poco de las encantilantes luces y de la música fuerte.

La blanquesina figura claro que había notado el repentino cambio de energía trás ella, solo lo recibía con los brazos abiertos y una sonrisa.

-¿La fiesta está muy aburrida, mi cielo?

-Es agradable, solo que me he cansado, ¿Y tú? ¿Dónde está tu invitación?

-Pensé que la hija de nuestro Dios recibía a todos por igual, que vergüenza~

-Lo hago, pero el matrimonio no, es de mala educación presentarse a dónde no haz sido invitado...Beelzebub.

-Oh, ya veo...-con una sonrisa, había deslizado sus manos por los hombros de la femenina- Me haz atrapado como una pequeña rata, que mala suerte la mía.

-¿Qué deseas? ¿Hacerme caer como a Adán? ¿Intentar tentarme como lo hiciste con mí hermano en el desierto? No se va a poder, lo siento de todo corazón, Beelzebub, pero aquí no hay lugar para tus injurias ni tú malo corazón.

Volteando a mirarlo, el demonio había observado parcialmente el rostro cubierto por una capa blanca, al igual que su padre, su rostro jamás había sido revelado a nadie que no fuera de su familia.

Sonriéndole amargamente, no sin antes acariciar su cabello y llevarle unas cuantas hebras, se había retirado entre las sombras.

Sería un bello desafío para ambos.
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Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora