Hermes!¡

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Los dramas griegos eran de lo más interesantes realmente, más para los dioses que se enteraban a voces de que era lo que sucedía, los dramas abundates eran los amorosos, el drama del momento era la pelea (otra vez) de Afrodita con Ares.

Siquiera querían verse la cara, pero aún seguían comunicando su enojo con el otro, pero, ¿Cómo entonces?

A través de los mensajeros correspondientes, claro.

Se mandaban cartas repletas de insultos o reclamos el uno al otro, las doblaban, ponían en sobres y entregaban a los pobres mensajeros, lo curioso de aquéllas peleas eran que no se sabía a ciencia cierta cuando terminarían.

Se encontraban por los pasillos de los panteones griegos e intercambiaban los mensajes para los respectivos dioses, nada de otro mundo.

Parado en aquéllos bellos pasillos, una figura de traje miraba a su alrededor, esperando a algo, o alguien.

Tenía un sobre entre sus manos, y, mientras esperaba, pensaba como podría haber arreglado esa situación si hubiera estado en el lugar de su hermano, podía ser mayor, pero muchas veces solo actuaba como un estúpido.

Su espera se habría terminado al escuchar revoloteos cercanos, y al ver una figura acercarse con rapidez a él.

Posandose frente a él, una joven se habría hecho presente en el lugar, vestida con una bella túnica y accesorios de oro, y, sin perder la importancia, 2 zapatos de oro con alas que se movían, permitiéndole desplazarse como si tuviera alas, oh, y con un sobre rosa en la mano.

-¡Hermes! -antes de que el nombrado pudiera saludarla caballerosamente, había recibido un cálido brazo- ¡Hace mucho no te veía, te extrañaba!

-Diosa Ofóros...-riendo para corresponder el cariñoso abrazo con suavidad, se tomaría su tiempo para separarse de ella, sosteniendo su mano, la diosa estaba a mayor altura debido a que no dejaba de volar.

-¡Recado de Afrodita! -dandole el sobre, sonreía ampliamente- ¡Y está muy enojada!

-Ares aún intenta descifrar que le pasa...-suspirando con molestía ante la estupidez de su hermano, le daría el sobre que él tenía, intercambiandolos.

Hermes y Ofóros eran... categóricamente lo mismo.

Hermes, de los 12 principales del Olimpo, mano derecha de su padre, Zeus, representante de los ladrones y rufianes, pero, también el mensajero divino, podía conseguir lo que sea cuando sea, y estaba al servicio, casi como un sirviente, de los 11 dioses restantes, aunque, solo servía directamente a su padre y de vez en cuando a su hermano, claro eso, cuando solo quería saber lo que sucedía para luego contarlo a sus amistades cual chisme.

El pelinegro de traje y buenos modales contrastaba bien con la diosa de los escritos y las letras, Ofóros, la mensajera.

La mensajera era tan libre como el viento, vestida siempre de túnica de distintos colores, yendo de aquí para allá con cartas, pergaminos y libros, con acceso ilimitado a todos los rincones del universo, resaltaban 2 zapatos dorados alados, que la ayudaban a desplazarse rápidamente, a la velocidad que quería, sin cansarse.

Tenía una personalidad muy contenta, siempre con una sonrisa en los labios, contrastaba con los modales de la mano derecha de Zeus y su constante seriedad ante los distintos asuntos.

Lo único en lo que compartían era que, detrás de palabras inocentes y una bella sonrisa, escondían intenciones pillas.

A veces causando los problemas, otras veces enterandose de cosas privadas y contandolos, en jugar el papel de los desentendidos cuando eran agarrados en su juego escondido, aunque claro, esto jamás pasaba.

Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora